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ser un hecho patente: la escuela no lograría comprender
cómo ha cambiado la sociedad. Esto se puede ejemplificar
entendiendo que la sociedad avanza a ritmos muy rápidos,
avanzando con fenómenos demodernización de la economía,
interculturalidad, globalización en distintas esferas, cambios
valóricos, entre otros, no obstante la escuela como una
institución del pasado no logra avanzar a los mismos ritmos.
Esto generaría una divergencia entre lo que la sociedad
espera de la escuela y las capacidades que tiene esta
institución para poder cumplir las peticiones; al medio
de este panorama escuela-sociedad, se encuentran los
profesores, dado que son los más representativos bastiones
del pasado institucional de la escuela y los principales
agentes educativos en esta institución.
  En este sentido, serían los profesores los llamados
a cumplir las distintas peticiones que la sociedad exige.
Esto se corresponde al ideal de la escuela republicana que
mencionan Dubet y Martucelli
15
, modelo cuyo quiebre se
produce porque existiría un desajuste entre la realidad y la
expectativa de la escuela. El fenómeno con que observamos
en este momento sería una escuela erosionada, dado
que se encuentra en el más absoluto desajuste entre
los que se espera de ella y lo que puede entregar como
institución. A la luz de los discursos docentes, se logra ver
que los profesores estarían experimentando cada vez más
fenómenos de tensión, dado que se les exige ponerse a la
vanguardia, no obstante los modelos educativos propios de
la institución escolar no son capaces de incorporar estas
modificaciones. Por esta razón, no es extraño que se hayan
impulsado grandes reformas educativas, con el fin idealizado
de revertir los posibles conflictos y reducir el desacople
existente entre sociedad y escuela.
  En la revisión de la condición docente en diversos
15.Dubet, F. y Martucelli, D. (1998), Op. Cit.
países de América Latina, Emilio Tenti
16
logra darse cuenta
que los profesores constituirían una vieja categoría social
que se encuentra desencajada y que no logra incorporarse
al avance de las nuevas sociedades. Lo interesante en
este proceso y que se relaciona fundamentalmente con los
intereses de la investigación, es que este desacople entre lo
que la sociedad quiere y lo que la escuela da, sería un tipo
de socialización divergente (entre la escuela y la sociedad),
lo cual contradice lo que ocurriría en una situación ideal
como lo plantea José Manuel Esteve
17
. Este desacople o
socialización divergente genera en los docentes constantes
tensiones provocando desajustes en las valoraciones de
los profesores. Una de las razones de la culpabilización y
constantes críticas a los docentes provienen precisamente
de estos fenómenos incontrolables de tensiones dentro de
la escuela.
  A la simple mirada de un observador, son los profesores
los que no logran cumplir con las pautas que la sociedad les
demanda, por ende, su valoración en términos de profesión
se encuentra mediada por el desprestigio y el incumplimiento
de los deberes para los que fue formado. Este desajuste
entre escuela y sociedad es llevado al límite en los docentes,
dado que las posibilidades de ejercer críticas a la escuela
como institución son menores, por tanto, es más fácil y
recurrente ejercer críticas a esta vieja categoría social que
no posee los instrumentos para defenderse, dado que su
desprestigio ha ido en aumento a través de los años, a
medida que estos fenómenos de tensión se incrementan.
  Una vez que estos fenómenos de crisis se hacen
patentes, resulta claro observar que una de las grandes
pérdidas de los profesores refiere a su autoridad moral,
16.Tenti, E. (2005), Op. Cit.
17.Esteve, J. M. (1994),
El malestar docente
, Editorial Paidós, Barcelona.
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