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- e incluso con anterioridad -, la figura del profesor era
ampliamente valorada por la sociedad, dado que cumplía un
rol fundamental en la transmisión del saber y en la formación
de la identidad nacional. Así mismo, lo plantea Emilio Tenti
5
cuando explica que “en el origen de los sistemas educativos
universales y obligatorios, los docentes fueron percibidos
como uno de los pilares de la construcción de la identidad
nacional y rodeados, por ello, de un significativo prestigio
social”.
  Ahora bien, en el contexto educativo chileno, el rol de los
profesores ha sufrido una serie de cambios y modificaciones,
tanto en términos teóricos como prácticos, ya sea en
legislaciones de normas de contratación y trabajo, como en
los lugares en que laboran, dependencias administrativas
de los colegios, variaciones curriculares, entre otros.
  Según Raczynski y Muñoz
6
, las reformas administrativas
realizadas en la época de los 80 en Chile cambiaron las
reglas del juego en las instituciones educativas generando
un desacople entre lo que se esperaba y lo que se realizaba,
tanto en términos de agentes como de instituciones que
funcionaban en el sistema escolar. Se generó un contexto
donde “los profesores comenzaron a desempeñarse
bajo condiciones laborales deterioradas y perdieron en
el camino elementos de prestigio, estatus y dignidad del
profesorado”
7
. Este punto es clave a la hora de comprender
a los educadores en las nuevas décadas, dado que, al ser
despojados de ciertas condiciones que les eran estructurales
en las décadas pasadas, los docentes entran en una serie
de procesos de desvalorización de su profesión, no sólo
5.Tenti, E. (2005),
La condición docente, análisis comparado de la Argentina,
Brasil, Perú, Uruguay
, Editorial siglo XXI, Buenos Aires, p. 11.
6.Raczynski, D. y Muñoz, G. (2007), “Reforma educacional chilena: el
difícil equilibrio entre la macro y la micro política”, en
Serie Estudios Socio/
Económicos
n°31.
7.Ibíd., p. 9.
en términos salariales, sino también en cuanto a su visión
de ellos mismos con respecto a la noción de maestros que
poseían en los años 60 o 70 en Chile.
  Tomando en cuenta estas consideraciones, se
puede instaurar la idea que el profesor estaría en un
proceso de cambio continuo, siendo sometido a una
serie de transformaciones, donde además es amenazado
constantemente por nuevas exigencias y peticiones por
parte de la sociedad y sus instituciones. Según Hargreaves,
“el proceso mediante el cual está cambiando la enseñanza
y son transformados los profesores es sistemáticamente
paradójico. De un modo persistente y exasperante, las
buenas intenciones se transmutan y recaen sobre ellos”
8
.
El autor postula que incluso algunos instrumentos que
han sido creados para promover el desarrollo profesional
de los profesores quedarían ahogados por evaluaciones y
controles constantes.
  Estos hechos no permitirían el desarrollo de los
profesores como actores o agentes importantes, dado que
se les despoja de las posibilidades de acción y de decisión
por lo que se posicionan como ejecutores de prácticas. Este
aspecto es uno de los más interesantes a la hora de postular
cómo, a lo largo de los años, los profesores sufren de
procesos de desvalorización o desprestigio. Se postula que
han perdido algunas de sus principales fuentes de poder en
la sociedad, por ejemplo, la hegemonía del conocimiento, la
reflexión y la autonomía en las aulas. Así lo mencionan Díaz
e Inclán cuando postulan que “el problema de fondo es que
el sentido intelectual y profesional de su labor ha quedado
marginado, la dimensión profesional sólo se ha reducido a
un discurso”
9
.
8.Hargreaves, A. (2005),
Profesorado, cultura y postmodernidad
, Editorial
Morata, Madrid, p. 29
9.Díaz, A. e Inclán, C. (2001), “El docente en las reformas educativas: sujeto
o ejecutor de proyectos ajenos”, en
Revista Iberoamericana de Educación
,
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