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  Puede inferirse de la cita el rol central que los
estudiantes se atribuían en el proyecto de modernización
nacional, que se había institucionalizado en el gobierno
de Pedro Aguirre Cerda, entre otras disposiciones, con la
fundación de la Corporación de Fomento de la Producción
(CORFO)
21
en 1939, entidad encargada de canalizar las
medidas económicas orientadas a la industrialización,
pero que eran evaluadas como insuficientes por los
estudiantes, puesto que, desde sus evaluaciones, sólo
habían generado modernizaciones en los espacios urbanos,
mas no en los rurales -que eran la mayoría- en donde se
mantenían relaciones sociales de producción tradicionales.
Los estudiantes evaluaban que la industrialización se
encontraba entonces incompleta, levantando la demanda
de modernización del agro para ampliar el mercado interno
con la finalidad de dar el salto hacia el progreso. Por otra
parte, estas discusiones se insertaban -y reflejaban- las
tensiones existentes dentro del Frente Popular, coalición
de gobierno que aglutinaba a partidos de centro-izquierda,
encabezada por el Partido Radical y con fuerte presencia del
Partido Comunista, que levantaba la línea de la revolución
democrático-burguesa como primera etapa de las reformas
estructurales orientadas al socialismo. De este modo, las
uniones y divisiones entre los estudiantes, diputados y el
gobierno, eran coherentes con las tensiones y matices de
los proyectos políticos específicos de cada colectividad,
aflorando a pesar de encontrarse en temporal alianza.
  Si bien existieron vínculos respecto al carácter
nacional que debía tener la implementación de las reformas,
los alumnos las concibieron de un modo más integral,
insertándolas dentro de un discurso que apelaba a la realidad
económica latinoamericana. En este sentido, los estudiantes
21.La fundación de la CORFO aglutinó una idea en torno al nuevo carácter de
la economía nacional que, a la fecha de su fundación, estaba madura y que,
tras el terremoto de Chillán el mismo año, fue aprobada por la unanimidad de
los sectores políticos.
diagnosticaban que la industrialización debía convertirse en
la palanca que rompiera con lo que era por ellos definido
como el régimen ‘colonial’ o semifeudal-colonialista que
caracterizaba a las economías de América Latina. En síntesis,
los jóvenes demandaban como indispensable orientar la
enseñanza y el sistema de educación técnica
“de acuerdo con su misión específica que es capacitar
a la población para producir, para contribuir al
perfeccionamiento e intensificación de la economía,
extirpando el régimen colonial o feudal imperante en los
métodos de trabajo”
22
.
  Esta idea propiciada por los estudiantes, constituía el
principal distanciamiento de lo planteado por el gobierno
y los parlamentarios, respondiendo -como señalamos-
principalmente al proyecto de desarrollo económico-social
de la izquierda, especialmente del PC. Esto puede explicarse
porque quienes conducían la FEMICH, eran de orientación
comunista, incluyendo entre ellos a su presidente: Enrique
KirbergBaltiansky. Sin embargo, esta propuesta no prosperó,
pues no logró permear a las autoridades debido al contexto
de anticomunismo posterior a la Segunda Guerra Mundial
que, en el caso chileno, significó la aprobación de la Ley de
Defensa Permanente de la Democracia en 1948 por parte
del Presidente Gabriel González Videla, el mismo que un
año antes había dado vida a la UTE y que había sido electo,
entre otros, con los votos de los comunistas que integraban
la coalición de gobierno. De este modo, entre 1948 y 1958,
los comunistas fueron marginados del escenario político,
debido a la disposición por ellos rebautizada como ‘Ley
Maldita’.
  Por otra parte, la figura de Kirberg es interesante para
analizar el modo en que las transformaciones a la educación
22.Ibíd.
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