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que se transforma inevitablemente en más que un espacio
muerto de la geografía. Pero, para el caso de los estudiantes,
el viaje puede ser perfectamente leído como una metáfora
de quiebre con la rutina, como un rito de pasaje para la
transición entre el mundo rural y el mundo urbano. Victor
Turner
9
llamaría a esta etapa como liminalidad, es decir,
aquella condición en que el ser no es miembro completo
de un estatus, encontrándose en un estado de apertura y
ambigüedad. La salida, en este caso, el viaje, se constituye
como la transgresión y el quiebre con la rutina. “El rito es el
viaje. Se constituye como un quiebre de la cotidianidad, una
salida del domicilio que presupone algún nivel de perdida
encantada de la seguridad. La aventura está en la distancia
que se genera con la mismidad, en la lejanía que construimos
al tener que definirnos en un nuevo/distinto contexto”
10
.
En las siguientes imágenes fotográficas
11
se puede observar
la lancha “Ingrid Andrea I”esperando a los alumnos de Chelín
en la rampa de desembarco de esta isla para trasladarlos a
Castro. La lancha, principal medio de transporte inter-isla,
es un espacio de socialización en sí mismo, que amplía
las pautas de relación de estos estudiantes con aquellos
jóvenes isleños provenientes de Quehui
9.Turner, V. (1993), “Pasajes, márgenes y pobreza: símbolos religiosos de
comunitas”, en Bohannan, P. y Glazer, M. (editores) (1993),
Antropología
Lecturas
, Editorial McGraw-Hill, Madrid
10.González, S. (1999), “Domicilio y viaje. Vistas a la alteridad”, en
Revista
Cinta de Moebio
, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile,
Santiago, p. 4.
11.Las fotografías fueron capturadas por la autora en septiembre de 2010.
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