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anuales. Sin embargo, como sus mismos habitantes dicen,
“no se trabaja en una sola actividad”, sino en todas aquéllas
que permitan la subsistencia del grupo familiar: crianza de
animales, recolección de mariscos y algas marinas figuran
como las más importantes.
4.Resultados
4.1.El viaje y los estudiantes: metáfora de un rito de
pasaje
  Los niños y niñas de Chelín que continúan sus estudios
fuera de la isla se introducen en un viaje semanal por el
mar que rompe con la cotidianidad establecida en su mundo
rural. Existe una “lancha de estudiantes”, transporte marítimo
subvencionado por el Estado, que zarpa desde la isla los
días domingos, deja a los estudiantes en el embarcadero
de la ciudad de Castro y el día viernes nuevamente los
recoge para trasladarlos a Chelín. Este servicio se empezó
a implementar hace aproximadamente tres años y tiene
una cobertura exclusiva para los alumnos de enseñanza
media de las dos islas pertenecientes administrativamente
a Castro: Isla Chelín e Isla Quehui.
  El viaje, sin embargo, no es algo nuevo para los
estudiantes. Desde siempre han socializado con la rutina
del viaje, porque es el mecanismo que los isleños y sus
grupos familiares utilizan históricamente para conectarse
y comunicarse con los otros espacios territoriales.
Tradicionalmente se han pensado las islas como lugares
cerrados y autosuficientes. Sin embargo, hay que ser
cauto y entender que las islas, a pesar de poseer ciertas
características particulares, por su lejanía e incluso por su
aislamiento geográfico han estado vinculadas a extensas
redes de intercambio y comunicación. “Ninguna sociedad
está completamente aislada, los límites culturales no son
absolutos y las redes de comunicación e intercambio
enlazan a las sociedades donde quiera que sea, sin importar
qué tan aisladas puedan parecer cuando se las mira
superficialmente”
6
.
  Hablar de isla inevitablemente lleva a hablar de
insularidadcomoaquellaconstrucciónsocialmentearticulada
que no puede ser reducida simplemente a una realidad o
condición geográfica. La insularidad como construcción
social implica visualizar que el habitante isleño se relaciona y
genera arraigo no sólo con el espacio terrestre, sino también
con un espacio marítimo del cual no se puede desprender.
Tradicionalmente el mar ha sido “despojado de su noción
de lugar y por tanto de arraigo cultural, es decir, de su
condición fundante de estilos de vida”
7
. Sin embargo, el mar
como simple recurso se transforma para las poblaciones
insulares en un maritorio, en un lugar cargado de significados
individuales y colectivos, desde donde es posible el anclaje
histórico, cotidiano y simbólico. El concepto de maritorio
ha sido propuesto por el antropólogo Miguel Chapanoff
quien lo define como “aquel espacio marítimo que a lo largo
del tiempo ha sido habitado, confiriéndole la condición
cultural donde algo tiene lugar o puede tenerlo. El maritorio
así entendido es un escenario cualificado de conducta
y acción, conocido, usado e imaginado. Al asociarse con
usos y usuarios (habitantes), se constituye en un referente
de identidad”
8
.
  El viaje permite a estas poblaciones establecer una
relación más íntima con el mar, con ese recurso natural
6.Eriksen, T. H. (1993), “Do cultural islands exist?”, en
Social Anthropology
,
nº 1, p. 2 disponible en
7.Chapanoff, M. (2003), “El mundo invisible: identidad y maritorio”, en
Montecinos, S. (compiladora),
Revisitando Chile: identidades, mitos e
historias
, Cuadernos Bicentenario, Presidencia de la República, Santiago,
p. 242.
8.Chapanoff, M. (2003), Op. Cit., p. 243.
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