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4.Conclusiones
  Para cerrar este artículo, vale retomar las principales
conclusiones extraídas en las dimensiones analizadas,
problematizar sus implicancias y, luego, ver qué
proyecciones se derivan de éstas. Sobre la caracterización
de los estudiantes de la Universidad de Chile, sin duda
lo que más llama la atención es el alto nivel de elitización
tanto socioeconómica como cultural que ha alcanzado la
matrícula en la actualidad. Las diferencias que se mostraban
al comparar los datos producidos con la encuesta CASEN
2009, dan cuenta de esta realidad en los términos más
duros: más del 52% de los estudiantes proviene del quintil
más rico. El impacto de estas diferencias de ingresos en el
capital cultural y condiciones de estudio que disponen los
estudiantes es enorme, reflejándose esta elitización en un
“perfil de estudiante” que posee claramente más y mejores
herramientas que la mayoría de los jóvenes chilenos, que
en teoría, podrían ser postulantes de esta universidad
pública. La poca variabilidad social que se encuentra entre
los estudiantes es sin duda un tema que debe preocupar
políticamente a todos los actores vinculados al desarrollo
de la universidad, entre otras cosas, porque claramente el
“derecho” a la educación se está repartiendo sólo entre
los habitantes de algunas comunas y de ciertos colegios,
cuyos conocimientos, prácticas y posibilidades fomentan
la elitización de las prácticas pedagógicas existentes al
interior de la universidad, las que se han adaptado a las
características específicas de los estudiantes pertenecientes
a un pequeño grupo social.
  En el análisis realizado sobre la ideología meritocrática,
lo primero a destacar sería la primacía en la explicación
del éxito académico y, consecuentemente, del ingreso a la
universidad, de los factores individuales asociados al mérito,
en desmedro de los factores estructurales: en sólo una de las
variables analizadas esta situación se revertía, pero levemente
y con contradicciones, como se comentó anteriormente (ver
Gráfico 3). En este sentido, evidentemente se puede hablar
con propiedad de que la ideología del mérito ha impactado
con fuerza a los estudiantes de la Universidad de Chile,
cuestión que, además, opera más o menos con igual fuerza
en los distintos grupos socioeconómicos, lo que rechaza, al
menos provisoriamente, una de las hipótesis más fuertes que
ha guiado la presente investigación. Luego, está el hallazgo
referido a las diferencias registradas entre la explicación
del éxito personal y del éxito general: lo que se observa
es una invisibilización de la homogeneidad de condiciones
referida anteriormente: los individuos piensan – o al menos
declaran – que sólo para ellos lo primordial para conseguir
el éxito académico suficiente para acceder a la universidad
fueron los privilegios estructurales que recibieron, pero
que para aquéllos que fracasan, o simplemente “para los
demás”, lo principal fue el mérito individual, especialmente
el esfuerzo que destinaron al estudio. Con la constatación
de estas diferencias de la opinión de los individuos, el
discurso meritocrático queda lógicamente puesto en
tensión, llevado al límite donde se revela, en última instancia,
falaz. Probablemente éste sea, de lo avanzado hasta ahora
en la investigación, el insumo más importante para seguir
avanzando en la crítica a la meritocracia como legitimación
de la desigualdad y, por contraparte, para acceder
efectivamente hacia una noción de universidad donde ésta
sea pensada radicalmente como un derecho universal,
partiendo por una política que contemple un acceso para
todos. Contribuir a esa construcción es el objetivo que
persigue en definitiva esta investigación, impensable como
mero ejercicio intelectual y que sólo se llena de sentido en
sus implicancias políticas.
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