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entenderse un modelo hipotético de sociedad, en el cual
-de acuerdo al ideal liberal clásico- las desigualdades entre
los distintos grupos son totalmente legítimas, en tanto son
el resultado de las elecciones racionales de los individuos
que componen la sociedad y no de sus condiciones
sociales; dichas elecciones podrían llevarlos a estar en la
cúspide o en la base del sistema de clases, a partir de su
propio esfuerzo o
mérito
, sobre la base de la igualdad de
oportunidades. Se puede entender como una ideología en
términos gramscianos, puesto que se trata de un conjunto
de ideas interconectadas
4
que logran permear exitosamente
las prácticas socioculturales de los individuos, de modo
tal que se orientan en base a ellas, constituyendo así un
proyecto de sociedad hegemónico. Lo más importante
en este caso no es que los “ganadores” o “exitosos” se
sientan merecedores de su fortuna, lo cual parece bastante
obvio: la fuerza real que puede tener en cuanto ideología
se observa precisamente en el sentido inverso, cuando los
“perdedores” del sistema (en este caso el educacional), al
ser interrogados por las causas de su “fracaso”, tienden
a soslayar por completo las condicionantes sociales que
los lleva a la posición en que se encuentran y, más aún,
atribuyen su situación a su propia responsabilidad
5
.
  El punto central, para el tema de este trabajo, es que el
discurrir de esta ideología a través de discursos y diferentes
prácticas sociales, tiende a producir subjetividades de bajo
potencial conflictivo y de conformidad con lo establecido,
es decir, genera una internalización y aceptación de la
ideología, que lleva a asumir la desigualdad social referida
como una realidad natural. Dada esta situación, se reducen
dramáticamente las posibilidades de que los distintos
actores de la educación se manifiesten por cambiarla.
4.Gramsci, A. (1963),
La Formación de Intelectuale
,Grijalbo, Ciudad de
México.
5.Bourdieu, P. (2004),
Los herederos: los estudiantes y la cultura
, Siglo XXI,
Buenos Aires.
  Sobre la meritocracia, es importante distinguir dos
dimensiones que la componen: esfuerzo y talento. Aunque
ambos son fundamentales en la dinámica del mérito, existen
diferencias significativas en la forma que impulsan ciertos
procesos que llevan a obtener una certificación educacional
diferenciada. El
talento
, tratado principalmente desde
las perspectivas funcionalistas y liberales
6
7
, se entiende
como una mezcla de la capacidad inherente al sujeto -
que cuanto más escasa, más rica es- y el entrenamiento
que permitirá su desarrollo. Así, el talento tendría un reflejo
en las acciones del individuo y sus resultados, y serviría
entonces para sustentar la idea moderna de mérito
8
. En
esta línea es que la demostración de los talentos, por parte
de los sujetos, se convierte en una competencia. Por otro
lado, para los liberales
9
, el esfuerzo sería una disposición
voluntaria y controlable por el sujeto, traduciéndose como
la operacionalización del talento desde la acción racional de
los individuos. Sin embargo, se sostiene que el esfuerzo es
un rasgo influido también por las oportunidades recibidas
por el individuo. Sería una disposición condicionada por la
naturaleza y la sociedad
10
.
  Ahora bien, tal como se aplica en nuestro sistema
educacional, resulta que el esfuerzo se exige sólo a algunos
y, precisamente, a aquéllos que menos oportunidades tienen
o los que tienen las condiciones de mayor desventaja. A los
privilegiados, al tener acceso a mejores colegios y fuentes
anexas de información, les basta con mantenerse en el
6.Davis, K., & Moore, W. (1972), “El continuo debate sobre la desigualdad”,
en Bendix, R., y Lipset, S.,
Clase, status y poder
, Vol. I, Foessa.
7.Hayek, F. (1982),
Los principios de un orden social liberal
, Estudios
Públicos, nº6.
8.García Cívico, J. (2004),
La tensión entre mérito e igualdad: El mérito
como factor de exclusión
, Santiago.
9.Hayek, F (1982), Op. Cit.
10.García Cívico, J., Op. Cit.
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