El Paracaidas - N°4 2014 - page 26

Instituto de la Comunicación e Imagen, Ximena Póo, respec-
to a la integración de trabajadores de otras nacionalidades.
“Aquí, por lo general, no se criminaliza ni exotiza al migrante,
quien pasa a ser uno o una más de una comunidad rica en
experiencias comunitarias, generando lugares de experiencia
real de interculturalidad y nuevas narrativas de ciudad”, agre-
ga. Según comenta Eladio, estos y otros inmigrantes se han
integrado al paisaje de Lo Valledor, cargado de códigos, de
normas implícitas y explícitas, pero por sobre todo, sacrificio.
Son las tres y media de la mañana y ellos están ahí, trabajan-
do mientras la ciudad duerme.
La dinámica del comercio citadino ha cambiado enorme-
mente. Así lo explica el Premio Nacional de Historia y aca-
démico de la Universidad de Chile, Gabriel Salazar. Antes
que se constituyeran estos lugares de abastecimiento “el co-
mercio urbano estaba en manos de los campesinos suburba-
nos que rodeaban Santiago y de los “regatones” que eran los
comerciantes ambulantes que distribuían en calle y casa por
casa tanto de tipo agrario como ganadero”.
El comercio “abastero” estuvo entonces controlado por
esas figuras, lo que cambió “cuando el municipio intentó
de alguna manera sanitizar esas actividades y controlarlas,
privilegiando a ciertos grupos de personas como los em-
presarios”. A pesar de ese cambio, plantea Salazar, “ese co-
mercio ambulante y esa libertad con la que los campesinos
actuaban para abastecer al público generó también un tipo
de ciudadanía participativa, en diálogo permanente”, carac-
terísticas que se pueden encontrar en instancias como las
ferias libres, aunque también “en lugares como La Vega y
Lo Valledor donde la relación entre vendedor y comprador
todavía posee eso que se dio en otras épocas”.
Desde esas configuraciones hasta hoy ha pasado más de un
siglo. Eladio continúa su recorrido; se va al sector de las fru-
tas. Frutillas, manzanas, naranjas. Pasa por las paltas y luego
se va a las aceitunas y huesillos. Llega finalmente al sector
de las papas, un enorme patio donde están estacionados ca-
miones de ramplas cargadas de enormes mallas.
Terminado el recorrido Eladio lleva los productos que den-
tro de cuatro horas él y su familia estarán organizando en su
local ubicado en calle San Diego con Pedro Lagos y que sus
vecinos y compradores llevarán a su casa para alimentarse.
De Lo Valledor a su mesa.
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