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CAPÍTULO V: 4 DE SEPTIEMBRE DE 1970. LA POSICIÓN DE LA JDC
Ganó Allende.
Aún cuando la mayoría de la dirigencia estaba muy optimista, varios camaradas
habíamos hecho una evaluación antes de la elección y concluimos que las
posibilidades de perder eran muy altas, aunque sin saber quién ganaría, estábamos
convencidos de que nadie obtendría la mayoría absoluta. Sentimos la natural
tristeza, pero al mismo tiempo, evaluamos positivamente lo que habíamos logrado
en la recuperación de mística y fraternidad. Preparamos planes para enfrentar los
momentos difíciles y se me encargó la animación del acto público que debíamos
organizar la tarde del 4 de Septiembre de 1970. Ésa se había ido constituyendo en
una especialidad personal, que tuve ocasión de practicar muchas veces en los actos
organizados bajo el régimen dictatorial.
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El día culminaba con resultados muy estrechos. La derecha confiaba en ganar, así
se lo mostraban las encuestas de la propia CIA, según cuenta el embajador Korry.
Cerca de las 19 horas, las cifras empezaron a favorecer levemente a Allende y
nuestros camaradas comenzaron a concentrarse frente a la sede de Alameda 1460.
Pusimos música, nos dimos ánimos. Bromeamos que había que irse a Isla de Pascua
o Chiloé porque allí habíamos ganado. Muchos rostros tristes, lágrimas por doquier,
pero también una gran convicción de que habíamos hecho todo lo posible para
responder a nuestro pueblo y sólo nos preparábamos para respetar la decisión
adoptada por nuestros compatriotas. Nos castigaron democráticamente por
nuestros evidentes errores y no valoraron suficientemente los grandes logros del
Gobierno de Eduardo Frei.
La Fiesta de los Abrazos
Alrededor de las 20 horas, vi desde el segundo piso de Alameda 1460, nuestro
escenario de esa noche, una columna de tanques desplazándose por la vereda norte
de la Alameda, cerca de Amunátegui. Contacté a Patricio Rojas, Ministro del
Interior, quien me informó que era sólo una medida adicional para garantizar el
orden público y que no había nada que temer. Informé de eso a mis camaradas que
cantaban y coreaban nuestras consignas para evitar más tensiones. Un poco más
tarde, desde mi privilegiada ubicación, vi que llegaba a Alameda con San Martín una
columna allendista, seguramente proveniente de la sede central del PS, ubicada
entonces en San Martín, a dos cuadras de la Alameda. Los vi detenerse y observé
movimientos de inquietud, ya que no esperaban encontrarse con una cantidad tan
grande de DC y tomicistas, menos con ánimo para cantar y gritar. No necesité
instrucción alguna para lanzar la consigna que surgía de nuestro análisis político y
estado de ánimo. “Viva el 1, viva el 3”, aludiendo a los números de Allende y Tomic
en la cédula electoral. La multitud DC repitió con fuerza el grito. Luego, lanzamos
nuestra consigna central. Ella reflejaba no sólo el estímulo de una elección sino una
manera de entender la tarea democrática para toda fuerza popular: “el pueblo unido
jamás será vencido”. Con ella habíamos enfrentado, una vez más, el limitado
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El autor de estas notas integró los equipos de organización y conducción de los actos
masivos más importantes realizados contra la dictadura.
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