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CAPÍTULO VIII: EL IMPACTO DE LAS DIVISIONES DE LA DC
Dado el hecho que algunos de los fundadores del Mapu y la mayoría de la IC eran
católicos, su ingreso a la UP representó un impulso adicional a los sacerdotes que
tomaron su opción por el Gobierno o que definitivamente optaban por el marxismo,
generando grandes problemas al interior de la Iglesia Católica. El Cardenal Silva
Henríquez recuerda algunos de estos hechos en sus memorias y menciona en
especial el impacto que provocó que el Presidente Mundial del Movimiento Obrero
Católico, un hombre ejemplar, hubiese optado por el Mapu. Entre los recuerdos
gratos, que son la mayoría de los que guardo de mi período como Presidente del
PDC, uno de los más apreciados es haber escuchado al querido Pepe Aguilera
pidiéndome su ingreso al partido.
Efectos en la DC: Indignación-Desconfianza-Fortaleza
En la Democracia Cristiana estos hechos provocaban entonces un doble
sentimiento: de indignación contra el Gobierno y los que se iban y una cierta
desconfianza para con los dirigentes, especialmente jóvenes, que permanecíamos
en el partido. En el transcurso de la Junta Nacional en que resulté electo Presidente
de la JDC, en octubre de 1971, un camarada me pidió que jurara de nuevo lealtad al
partido. Rechacé esa exigencia argumentando que yo había jurado al ingresar, que
no veía motivo para hacerlo de nuevo. Por último, agregué, si soy tan desleal,
juraría de nuevo y me iría de todas maneras. Esta experiencia la vivieron muchos
militantes. Otros quedaron muy choqueados con la experiencia y se negaban a
participar en cualquier actividad que los pudiera marcar como desleales al partido.
Muchas veces nos hemos preguntado con algunos amigos, si estos ex camaradas
que se fueron, con la excepción de los que eran marxistas leninistas u oportunistas,
se hubiesen quedado en la DC ¿no habría sido más fácil lograr que ésta siguiera el
rumbo que finalmente mantuvo? La incorporación de estas personas, valiosas, pero,
la mayoría de ellos, sin mayor arraigo electoral ¿en cuánto contribuyó a evitar la
polarización y cuánto lograron cristianizar el proceso de la UP?
¿No habría sido más útil su presencia en la DC para todo el proceso, ya que la UP, al
ver fracasados sus intentos de dividirnos, a lo mejor hubiese estado dispuesta a
reevaluar la situación? No pretendo dar respuestas a estas interrogantes, lo dejo de
tarea para el lector.
En todo caso, nuestra política tuvo un respaldo impresionante, tanto al interior
como fuera del partido. Ya en 1971 ganamos todas las federaciones de estudiantes
de enseñanza media, tanto fiscales como particulares. Recomenzamos a ganar
federaciones de estudiantes universitarios, nos convertimos en la primera fuerza
sindical urbana y rural. De este modo fueron desmentidas en la práctica las
afirmaciones de algunos que, al abandonar el PDC, declararon que este partido se
quedaba sin Juventud. En 1969 Jaime Ravinet era el Presidente de la Fech y la
división del Mapu nos debilitó enormemente. Cerca de un 50% de nuestra militancia
universitaria nos abandonó, lo que se reflejó en la elección de Consejo Normativo de
la Universidad de Chile ese mismo año, donde la izquierda unida, incluido el Mapu,
obtuvo más de 7.000 votos, correspondiendo al Mapu cerca de 1.800. La derecha
obtuvo poco más de 2.000 sufragios y nosotros 2.400. 60 días después, un grupo
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