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enfoque de una izquierda tradicional sorda y ciega que sólo se había limitado a
repetir “la izquierda unida, jamás será vencida”. La reacción de la columna socialista
fue de sorpresa y luego de profunda alegría, corrieron hacia nosotros, voceando la
misma consigna. “Viva el 1, viva el 3”. Nos abrazamos fraternalmente, los
felicitamos por el triunfo y les deseamos éxito. Por el sistema de amplificación les
recordamos que sólo el pueblo unido podría avanzar en el camino de justicia social
que Chile requería. Esa noche en la Alameda, los DC que actuaban así no eran un
grupúsculo extremista, no éramos tontos útiles del marxismo, éramos demócratas
auténticos, expresando nuestra convicción política del Chile que queríamos. No
puedo nombrar a los cientos, quizás miles que estábamos allí. En estos días, en
alguno de los numerosos programas de televisión emitidos con motivo de los 30
años del golpe, uno de ellos, Patricio Aylwin, ha recordado su participación en esa
fiesta de abrazos.
Esa noche, el veredicto popular nos fue desfavorable. Pero la presencia y palabra de
Radomiro, la fuerza moral de los que allí estuvimos, la conducta impecable de
nuestros camaradas en el Gobierno, transparentes, honestos, respetuosos del
mensaje de los chilenos y la señal de consecuencia que dimos a nuestros
adversarios políticos, nos hizo irnos a nuestros hogares con esperanzada tristeza.
Ayudando a Calmar los Ánimos
Esa noche y los días que vinieron, nos hicieron apreciar cuan acertada era la
pregunta formulada durante la última etapa de la campaña de Tomic: “Chilena,
Chileno: ¿Quieres un despertar tranquilo el 5 de septiembre? Vota por Tomic”.
La exactitud de los cómputos, la trasparencia del sistema y del accionar del
Gobierno, la actitud de la DC, de nuestro candidato, de la directiva de la JDC y otros
sectores que visitaron al día siguiente al Presidente electo, ayudaron a calmar las
inquietudes. Pero entre tanto, los grupos derechistas pidieron a un Nixon que no
necesitaba que lo convencieran, la intervención de la CIA. No cabe duda de que
colaboraron para asesinar a Schneider. No cabe duda de que ejercieron influencia
en los sectores políticos, económicos, sociales, culturales, militares y otros para
impedir la elección de Allende. Algunos fueron convencidos de buena fe. Otros
simplemente comprados.
Los propios documentos americanos reconocidos como auténticos, mencionan
cantidades importantes de dólares que fueron entregadas a instituciones y
personas, civiles y militares. En esos papeles se mencionan las acciones y
cantidades dispuestas para comprar apoyo en los partidos y en los parlamentarios.
Esas afirmaciones se ven desmentidas en lo que a la DC respecta, por hechos
concretos. La DC acordó apoyar a Allende en el Congreso Pleno, previa aprobación
del Estatuto de Garantías Democráticas, cuya justificación histórica me parece cada
vez más acertada.
Es cierto que debatimos. Es cierto que algunos no querían apoyar a Allende. Es
cierto, y tenían derecho a creerlo y decirlo. Pero, como decía Eduardo Frei Montalva,
“hechos y no palabras”. En el Congreso Nacional, todos los DC votaron por Salvador
Allende. Mucho se habla de lo que se hizo para impedir ese resultado, pero ¿por qué
se calla, oculta o se le resta importancia a un hecho tan trascendente como ése? Yo
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