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El Paracaídas / Nº 12 / Octubre - Noviembre 2015

de viento y lluvia y que él mismo hizo ver

a la tripulación un detalle “que no pude

disimular ante el capitán de la nave y la

tripulación: el avión llevaba otra carga, lo

que me pareció irrespetuoso”.

Tras otro intento fallido de despegue

y del cambio del avión y tripulación,

la madrugada del jueves 17 de enero

Gabriela Mistral emprendió el regreso

definitivo. Luego de una parada en Pa-

namá, donde el personal de la embajada

puso una bandera chilena sobre la urna, el

cuerpo de la poeta llegó a Lima para ser

recogido por el avión FACH.

Mientras tanto, en Chile se iniciaban

los preparativos para los honores que

recibiría la Nobel: en La Moneda y en

la Cancillería comenzaban a recibirse

las condolencias oficiales y en la Casa

Central de la Universidad de Chile los

funcionarios adecuaban el Salón de

Honor como capilla ardiente para el

masivo velorio.

Para Jaime Quezada, escritor y estu-

dioso de la vida de la Premio Nobel, la

elección del edificio de Alameda 1058

como lugar de velatorio tiene que ver

con que la Universidad “no sólo era el

centro universitario y académico de

país, sino que también el intelectual. No

fue en el palacio de gobierno, que pudo

haber sido, en la Biblioteca Nacional, en

el palacio Bellas Artes, sino que en el

alma mater del país”.

La voz de los locutores radiales hizo eco

en todo Chile de los informes médicos.

Eran noticias que los habitantes del Va-

lle del Elqui esperaban con ansias. La

prensa de Vicuña informó que una co-

misión de vecinos de esa comuna y de

Paihuano viajaría a la capital a rendirle

tributo a su hija más querida y para re-

unirse con Ibáñez del Campo, para ace-

lerar el traslado definitivo de los restos

de la Premio Nobel a Montegrande y

cumplir así su última voluntad manifes-

tada en su testamento.

“Recién al cabo de un par de años el

mausoleo definitivo en Montegrande

estuvo listo. La familia Sommerville

había donado el terreno y el Estado

realizó la obra”, explica Rodrigo Iriba-

rren, director del Museo Gabriela Mis-

tral de Vicuña.

Los vecinos del Valle del Elqui no fueron

los únicos movilizados por la desazón de

la muerte de Mistral. Autoridades y per-

sonas acongojadas se dirigieron la tarde

de ese 18 de enero a recibirla en su lle-

gada al país. Muchos de ellos lograron

asistir gracias a los vehículos que la agru-

pación de dueños de autobuses dispuso

para salir desde el Paseo Bulnes hasta el

aeropuerto Los Cerrillos.

LOS MANGA CORTA

En Santiago, el calor arreciaba. A las

cinco de la tarde aterrizó el cuerpo de

Mistral, a bordo del avión Douglas DC

-3 de la FACH. Las autoridades toma-

ron el féretro y el orfeón de la Escuela

de Aviación interrumpió el silencio con

su interpretación de la “Marcha fúne-

Las autoridades policiales

tuvieron que dar una

contraorden y permitir que

todos quienes hicieran

la fila pudieran ingresar

a expresar su pesar y no

“discriminar (…) a los

manga corta, es decir, a

aquellos que la miseria y el

verano les priva del uso del

vestón, y sospechosos

de ser pungas”.