Table of Contents Table of Contents
Previous Page  22 / 56 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 22 / 56 Next Page
Page Background

20

El Paracaídas / Nº 12 / Octubre - Noviembre 2015

dezco mucho su generosidad.

Jamás haré el papel de vocero de

mi nombre literario ni de mi obra

misma”, escribía la chilena sobre el

plan urdido a su favor.

La carrera para acceder al Nobel

era ardua. No sólo trámites formales,

apoyos del mundo intelectual y muñe-

ca política eran necesarios para llegar a

la Academia Sueca. También era indis-

pensable que las obras de Mistral tuvie-

ran traducciones al inglés o al francés,

requisito con el que la poeta no cumplía

para fines de la década del ‘30. Pero este

obstáculo no detuvo el ímpetu de Ve-

lasco, ni menos los de Aguirre Cerda,

quien comandó las prontas traduccio-

nes de sus poemas, los que comenzaron

a ser transcritos al francés por Francis

de Miomandre, Georges Pillement,

Mathilde Pomes y Max Daireaux. Ga-

briel González Videla, embajador de

Chile en Francia, estuvo al mando de

la publicación de estas versiones. “Pedro

Aguirre Cerda instruyó a todo su apa-

rato consular a través de la cancillería

para que promovieran este premio. En

estricto rigor hubo una cadena de per-

sonajes que fueron colaborando y en el

aparato del Estado, Aguirre Cerda fue

un eje fundamental”, estima Zegers.

Y no sólo el Estado chileno y los grupos

intelectuales de Latino y Centroamérica

remaban esfuerzos por la poeta. Según

Gloria Garafulich-Grabois, directora de

la Fundación Gabriela Mistral de Nueva

York y quien recientemente editó junto a

Marjorie Agosin el volumen “De Chile

No obstan-

te la jugada de

Adelaida Velasco

despegó con éxito,

tempranamente encon-

tró un obstáculo nada fácil

de sortear: la propia Mistral, quien

escudada en que no se creía “acreedora

de semejante honor”, se negaba a par-

ticipar del plan, esquivando incluso la

entrega de datos personales para la soli-

citud tramitada por la ecuatoriana.

“He sabido algo del movimiento hecho

en Santiago para pedir que se me conce-

da el Premio Nobel. Es una iniciativa del

Ecuador, que ha prendido en la Argenti-

na también (…) Yo…no me doy ningu-

na diligencia en ayudarlos, aunque agra-