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El Paracaídas / Nº 12 / Octubre - Noviembre 2015
Mistral era la única mujer galardonada
en aquel año y, salvo un estadounidense,
todos los homenajeados eran europeos.
Cuando presentó a la premiada poeta,
Hjalmar Gullberg,miembro de la Aca-
demia, dijo: “Señora Gabriela Mistral:
habéis hecho un viaje demasiado largo
para un discurso tan corto. En el es-
pacio de algunos minutos, he contado,
como un cuento, a los compatriotas de
Selma Lagerlöf (la primera mujer, sue-
ca, que recibió el Nobel de Literatura),
la extraordinaria peregrinación que ha-
béis realizado para pasar de la cátedra
de maestra de escuela al trono de la
poesía. Para rendir homenaje a la rica
literatura iberoamericana es que hoy
nos dirigimos muy especialmente a su
reina, la poetisa de la Desolación, que
se ha convertido en la grande cantado-
ra de la misericordia y la maternidad”.
La chilena fue la tercera del grupo
de ganadores en ser llamada a recibir
el galardón. Se levantó de su asiento,
atravesó el proscenio y bajó la escalera
para llegar a la presencia del rey. Las
trompetas sonaron a su paso. Tras el
saludo del monarca, se le entregó el
diploma, un cheque por 116.333 co-
ronas suecas y la medalla de oro en re-