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no puede instrumentalizarse electoralmente. Los

temas complejos tienen soluciones también com-

plejas. Esta es una primera dimensión que los pe-

riodistas debemos considerar.

Pero quiero ir más allá. ¿Qué nos provoca a to-

dos la migración? ¿Qué pensamos realmente del

inmigrante? Lo pregunto porque está lleno de res-

puestas políticamente correctas. Pero, ¿miramos al

inmigrante de manera muy distinta a como nos

miramos a nosotros mismos los chilenos?

Vivimos en uno de los países más desiguales del

mundo. Esta desigualdad se ve en cada metro,

en cada espacio de ciudad. En una región como

la Metropolitana -pero no es muy distinto en

muchas regiones- la desigualdad literalmente se

“ve”. Hay comunas que son para ricos y otras

para pobres. Hay escuelas para ricos y para po-

bres. Hay hospitales para ricos y para pobres.

Hay hasta centros comerciales para unos y otros.

El trato de la justicia es diferente si se es pobre

o rico, en las cárceles el 95% de los condenados

vienen de situación de pobreza -y no es porque

sólo los pobres delinquen. Carabineros trata di-

ferente al que vive en Vitacura del que vive en

Puente Alto.

¿Nos extraña entonces el racismo y clasismo hacia

los migrantes?

Hace unas semanas fue noticia el reglamento de un

edificio en Ñuñoa donde no dejaban bañarse en

la piscina de la comunidad a los trabajadores, en-

tre ellos los hijos e hijas de las trabajadoras de casa

particular. Estallaron las redes sociales. Pero me

pregunto, ¿si conocemos reglamentos como ese to-

dos los veranos -son noticia-, cuántos de nosotros

realmente pensamos que los trabajadores no pueden

ingresar a las piscinas? Si estos reglamentos existen...

¿no es lo que piensan realmente los residentes?

Insisto: ¿puede extrañarnos el trato discrimina-

torio al inmigrante? Con estos datos, ¿podemos

recibir bien a los inmigrantes? La inmigración

nos muestra cómo somos. La inmigración pue-

de hacer salir lo peor de nosotros, los chilenos.

Podemos terminar culpando a la inmigración de

todos nuestros males. Podemos encontrar allí el

“chivo expiatorio” perfecto para una sociedad en

extremo desigual y segregada. Otra dimensión a

considerar como periodistas.

En este contexto, ¿cuál es el rol de los medios de co-

municación? Siempre he sostenido que los medios

de comunicación no somos distintos a la sociedad

en que vivimos. Si el país es centralista, los medios

de comunicación también serán centralistas. ¿Es

una respuesta satisfactoria? No, no lo es. Y ese es

el desafío. Los hechos noticiosos obedecen siempre

a un contexto. Tienen un origen, una explicación.

La inmigración no escapa a este análisis. Es más, lo

que he manifestado en esta columna es justamente

el contexto que los medios de comunicación debe-

ríamos explicitar a la hora de hablar de este tema.

Hoy los medios replicamos la mirada clasista que

tenemos sobre la sociedad chilena y la hacemos

extensiva a los migrantes. Si tratamos diferente

en el desarrollo de las noticias a una víctima o

victimario si es de Las Condes o de San Bernar-

do, también lo hacemos si es chileno o extranjero.

“Lo que sí depende de nosotros es superar el miedo con el que

miramos al que vive en la otra cuadra, al frente o al lado. Lo que sí

depende de nosotros, como medios de comunicación, es hacer las

preguntas y poner el contexto. Lo que está en juego es construir

una sociedad distinta, entre nosotros y hacia los otros”.

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P.P. / Nº4 2017 / Dossier