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historia y seguirán matando mujeres, persiguiendo a

inmigrantes y seguirá habiendo trata de personas”.

Investigar y acoger

Como académicos y académicas, sostiene y concuer-

do, “no podemos dedicarnos sólo a hacer ensayos.

Me parece que son interesantes, pero cuando se

trata de problemas tan duros la investigación tiene

mucho más sentido. Y ojalá fuera lo más rigurosa

posible, sea ésta cualitativa o cuantitativa. Veo muy

difícil poder construir un discurso potente, argu-

mentado, seguro, si no se hace investigación y no

se va a terreno. Si no se hace un trabajo empírico,

ojalá interdisciplinario, porque los ojos que hay que

ponerle al problema a veces quedan chicos. Para el

caso del racismo y el clasismo necesitamos investi-

gación interdisciplinaria desde la medicina, las hu-

manidades, las ciencias sociales, la comunicación, la

educación, las artes”.

Y lo necesitamos cada vez con más urgencia. Esta-

mos en un momento de inflexión pre-electoral que

nos ubica en un escenario de populismos donde el

Estado sigue ausente. “Los últimos dichos de Sebas-

tián Piñera y Manuel José Ossandón son demasiado

graves al vincular migración con delincuencia. No

basta que se hagan unos cuantos

memes

y la gente

se ría de que Piñera no maneje ciertos conocimien-

tos culturales. Lo que él hizo está pensado, es algo

racional que iba a tener efectos en unos sentidos co-

munes muy potentes, especialmente en los medios

de comunicación, y que después iba a tener efectos

en todos los sectores sociales más abandonados por

el Estado, que están viviendo situaciones de soledad,

endeudamiento, cesantía”. Toda esa rabia tiene que

buscar culpables y, ya se ha visto aquí, en Europa y

Estados Unidos, que “los culpables tienen que venir

de afuera”.

Esta construcción ha sido transversal y ha quedado

en evidencia, por ejemplo, cuando Alejandro Gui-

llier habla de “seleccionar” migrantes. “Selección”,

se detiene María Emilia, “es la palabra de los nazis.

Hay un lenguaje de guerra para tratar a un

enemigo

”.

Y volvemos a los conceptos. Por ejemplo, ¿por qué

hablar de amnistía migratoria si estar indocumenta-

do o sin papeles no es un delito, sino sólo una falta

administrativa? ¿Por qué hablar de ilegales si ningún

ser humano es ilegal?

Así es como surge otro concepto en este diálogo, el

de “crueldad”; la crueldad fascista, racista, y le re-

cuerdo algunos

posteos

en medios, esos comentarios

que se ubican debajo de las noticias y que, para el

caso de noticias relacionadas con inmigrantes en

Chile, son de una violencia extrema. Deberían estar

prohibidos por ley, decimos mientras abrimos algu-

na página de La Tercera o El Mercurio. Y ahí están.

Hay torturas, asesinatos, violaciones, ensañamien-

tos; están escritos en clave de deseo. “Alientan a ser

crueles; la brutalidad del racismo que vi en Francia

era mayor que acá y por eso me preocupa que aquí

llegue a esos niveles”, dice María Emilia al tiempo

que pensamos en la resistencia, el concepto que vi-

ven a diario quienes sufren estos discursos y sus efec-

tos. “Ese deseo de aniquilar –insiste- se puede cana-

lizar desde otros lugares: pedir selección para que

sólo entren los buenos inmigrantes, leyes más duras,

pedir que se hagan exámenes para saber si traen en-

fermedades. Ahí se expresa el deseo de tenerlos en

el lugar del enemigo, en el lugar de la guerra, en el

lugar del contaminante”.

“Veo muy difícil poder

construir un discurso

potente, argumentado,

seguro, si no se hace

investigación y no se va

a terreno. Si no se hace

un trabajo empírico, ojalá

interdisciplinario, porque

los ojos que hay que

ponerle al problema a

veces quedan chicos”.

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Dossier / Nº4 2017 / P.P.