CRÍTICA CULTURAL
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E
l capitalismo globalizado se está
enfrentando en estos momentos
con una crisis descomunal, que
además está premunida con todos los
instrumentos que se requieren para
convertir el planeta en una nube de ce-
nizas cósmicas. Desde 1971, que fue el
año en que Richard Nixon le puso fin
al patrón oro para el dólar, a lo que se
unió en 1973 y 1974 un aumento de los
precios del petróleo, la crisis no ha he-
cho otra cosa que ahondarse. El caos fi-
nanciero de 2007 en Estados Unidos, el
de 2008 en España, el de 2012-2013 en
toda la eurozona, que dejó 24.7 millones
de personas sin trabajo, así como el ac-
tual de 2015, con una caída en picada de
los precios de las materias primas, como
lo estamos viendo en el caso del cobre
chileno, son nada más que los hitos ma-
yores de una enfermedad que dura ya
cuatro décadas.
En este estado de crisis, el capitalismo
hace lo que siempre ha hecho en cir-
cunstancias análogas: embarcarse en una
campaña de reacumulación, expandién-
dose territorialmente hacia comarcas de
la tierra que no habían sido incorpora-
das todavía a la esfera de sus actividades
o que no lo habían sido suficientemen-
te, al mismo tiempo que profundiza la
influencia que ya tiene al interior de
las comarcas que se encuentran bajo
su dominio.
Dos consecuencias de la puesta en
ejercicio de tales enseñanzas son un
debilitamiento abismal de la política y
la reducción de la cultura a la inanidad.
UNA ENFERMEDAD DE CUATRO DÉCADAS
Por Grínor Rojo*
“¿Qué hacer? Diálogo sobre el comunismo, el capitalismo y el futuro de la democracia”:
¿Qué hacer? Diálogo sobre el
comunismo, el capitalismo y el
futuro de la democracia
,
tr. Horacio Pons.
Alain Badiou y
Marcel Gauchet.
Edhasa, 2015.
La ideología neoliberal es la que pro-
porciona el libro de instrucciones para
estas maniobras. Con una perspectiva
cientificista, que nos asegura que el todo
del objeto de la “ciencia económica” no
es otro que el todo del objeto capitalista,
cuyas propiedades habría que “desarro-
llar” e inclusive “innovar” pero sin pre-
tender transformarlo, y que de hecho y
por consiguiente lo “naturaliza”, la tesis
estrella de estos pretendidos científicos
es que el capitalismo es un cuerpo que
se regula por sí solo y que por lo tanto
no necesita de controles externos. Esta
es la esencia de la pedagogía que Milton
Friedman, Arnold Harberger y Larry
Sjaastad les propinaron a los Chicago
boys chilenos durante la década del se-
tenta y que ellos nos infligieron poste-
riormente con aplicación discipular.
Dos consecuencias de la puesta en
ejercicio de tales enseñanzas son un
debilitamiento abismal de la política
y la reducción de la cultura a la inani-
dad. El control político de la econo-
mía, esto es, la injerencia del pueblo
en el funcionamiento económico, ha-
ciendo uso éste de su soberanía me-
diante el mecanismo de la democracia
representativa, que es el que hace que
el pueblo les traspase el poder a sus
“representantes”, y el juicio crítico de
los intelectuales son para los patroci-
nadores del neoliberalismo un par de