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que muchos debieron dejar sus clases de
español y empezar a trabajar. “Mis papás
todavía no hablan bien. Yo hablo más o
menos y el que mejor habla es mi herma-
no chico, que parece chileno”.
No obstante, para Aurelia Balcells, Jefa
de Refugiados del DEM, la entrega de
las cartas de nacionalización es el mejor
signo de que las cosas se hicieron bien.
“Si una persona se queda y adopta al
Estado de Chile como el Estado bajo
el cual se quiere seguir protegiendo, y
aún más, llega a pedir la nacionalidad,
quiere decir que todo este proceso de
acogida culminó exitosamente. Signifi-
ca que construyeron su vida entera acá
en Chile. Y corresponde a la lógica de
una solución duradera, una de las que
piensa el sistema internacional.”
MIGRANTES, REFUGIADOS
Y UNIVERSIDAD
A Ahmad Taha le tiembla un poco la
voz cuando recuerda el incidente:
-Una vez fuimos con mi hermano a
comprar a un local en Bagdad.Tocamos
la puerta y como no nos contestó nadie
entramos y había una playa de sangre.
Los dueños estaban ahí tirados, con sus
cabezas en el pecho. Estuve cuatro me-
ses en cama por el trauma- relata.
Muchas noches, dice Ahmad, se des-
pierta pensando que está en medio de
la guerra, que sigue en Irak. Pese a que
siente que ha avanzado mucho, admite
que tiene sentimientos guardados toda-
vía. Nunca, en todos estos años, los ha
ido a visitar un psicólogo a la casa.
La experiencia habla de los vacíos que
se mantienen en el programa chileno.
Las críticas de parte de los refugiados
son varias y el gobierno es cauteloso en
advertir que el plan de reasentamien-
to de los sirios está todavía en proceso
de estudio y análisis y que no hay nada
decidido. A quiénes se va a traer, desde
dónde, en qué lugares se reinstalarán,