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El Paracaídas / Nº 8 junio 2015

que definan esta calidad e implemen-

tar aquellos mecanismos que permitan

regularla desde el Estado pues, a estas

alturas, ya queda claro que el mercado

por sí solo no regula nada.

La calidad educativa, sin embargo, se

encuentra en tensión con mayor acce-

so. Las universidades estatales debieran

tener no sólo una atención preferencial

dirigida a los estudiantes de los quinti-

les más bajos sino que también permitir

un mayor acceso. El fortalecimiento del

PACE anunciado por la presidenta va

precisamente en esta línea y parece cla-

ve, aunque se requiere de más discusión

y reflexión al respecto.

Hay un gran sector del país que no es

partidario de que las instituciones de

elite reciban a ‘estudiantes desventaja-

dos’. Al fin y al cabo, contar con una eli-

te permite crear un grupo pequeño, no

masificado y diferenciar aquello que es

mejor de lo peor. Sin embargo, ¿podría-

mos aspirar y comprometernos como

país a aumentar el capital cultural de to-

dos los ciudadanos a través de una edu-

cación pública de calidad financiada por

el Estado? ¿Sería impensable concebir

que en Chile –y a nivel internacional-

todas nuestras universidades estatales se

transformen en universidades de exce-

lencia en docencia e investigación?

Promover una sociedad más iguali-

taria también forma parte del rol pú-

blico de las instituciones de educación

superior. Desde aquí se habla de una

visión transformativa de las institu-

ciones de este nivel educativo. Sin esta

dimensión, las instituciones de educa-

ción superior quedan despojadas de su

rol social y la discusión se reduce más

bien a formas de financiación o a un

rol de producción de conocimiento, su

transferencia y socialización. Las insti-

tuciones de educación superior con un

sentido público tienen como misión

no sólo el aumento del capital cultu-

ral de los individuos sino que también

el compromiso de mejorar la sociedad

nacional y global.

La discusión sobre la dimensión trans-

formativa de las instituciones de edu-

cación superior como parte de su rol

público es más que nunca necesaria en

Chile por dos razones. En primer lu-

gar, porque nos encontramos inmersos

en un sistema de educación terciaria en

el que la inversión pública es de las más

exiguas - comparada con otros países

miembros de la OCDE (2012)- y en el

que universidades públicas y privadas

compiten por recursos y comercializan

servicios, y la mayoría de los institutos

profesionales y centros de formación

técnica tienen fines de lucro. La línea

entre lo privado y lo público se vuelve

difusa en estas circunstancias y la edu-

cación se concibe en términos de bie-

nes comercializables.

En segundo lugar, debido a la estratifi-

cación que se observa en el sistema uni-

versitario. El sistema de selección uni-

versitaria (PSU) ha instalado un grupo

de universidades “selectas” que históri-

camente han incluido a las universida-

des tradicionales -estatales y privadas- y

que ahora están incorporado un núme-

ro -más bien reducido- de universidades

privadas post ‘80. Estas universidades

elitistas albergan, en su mayoría, es-

tudiantes pertenecientes al 10% de las

familias más acomodadas del país. En

cambio, algunas universidades privadas

post ‘80, tienen, como mayoría entre sus

estudiantes, aquellos provenientes de

los quintiles más bajos de la población

(a sabiendas que muchas de éstas han

sido criticadas por lucrar o bien, en el

caso de algunas de ellas, por entregar

una formación de dudosa calidad).

El debate y la reflexión sobre el rol pú-

blico de las instituciones de educación

superior requieren de tiempo y del in-

volucramiento de todos los sectores de

la sociedad. Ahora que la reforma edu-

cativa está en marcha, propongamos

definiciones sobre lo público y su rela-

ción con las instituciones del sistema de

educación superior y esclarezcámoslas;

analicemos e investiguemos de dónde

provienen y quiénes las plantean (y qué

posiciones de poder ocupan dentro del

sistema). No olvidemos que tras cada

definición existen ideologías de base.

Mi propuesta aquí -ideología incluida-

es que la educación pública no puede

perder de vista una función transforma-

tiva y de promoción de la equidad social,

especialmente en un país tan segmenta-

do y mercantilizado como Chile.

La educación pública no puede perder de vista una función

transformativa y de promoción de la equidad social, especialmente en

un país tan segmentado y mercantilizado como Chile.