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El Paracaídas / Nº 8 junio 2015

S

i bien los anuncios en educa-

ción de la presidenta Bachelet

el pasado 21 de mayo se refie-

ren a medidas concretas para

fomentar la igualdad de oportunidades

entre los estudiantes universitarios y

para desincentivar el lucro por parte

de las instituciones de educación su-

perior, aún faltan conversaciones más

de fondo que aborden las cuestiones

de calidad y gratuidad en este nivel de

educación y que permitan dar cuenta

de un proyecto país hacia el que se di-

rigen y en torno al cual se articulan las

políticas públicas en educación. En un

país como Chile y en una región fuer-

temente segmentada y estratificada, el

proyecto de nuestro país debiera apun-

tar a una sociedad más igualitaria.

La gratuidad es un tema que está sien-

do fuertemente debatido y que divide

a académicos, políticos, estudiantes y

a la población en general. ¿Gratuidad

para todos? Desde la perspectiva de

la mayoría de los estudiantes parecie-

ra que sí, incluso para los que pueden

costearla. ¿Gratuidad para las univer-

sidades que cumplen con un rol pú-

blico? Esto es lo que sugieren algunos

académicos e intelectuales, aunque las

definiciones sobre el rol público de las

universidades son ambiguas.

En el último número de El Paracaídas

algunos políticos y académicos señalaban

que el Estado habría de financiar univer-

sidades privadas, siempre y cuando cum-

plan con un rol público. Este rol público

es definido allí de dos diferentes mane-

ras: se equipara lo público como sistema

de democracia interna de la universidad,

o bien se le define

como creación de

espacios públicos.

Pero la literatu-

ra especializada

dice que hay mu-

chas más defini-

ciones de la di-

mensión pública

de la universidad

que son impor-

tantes de discutir y que están lejos de

generar consenso. Pongamos un ejem-

plo: el caso de una universidad privada

que se define a sí misma como una uni-

versidad con un rol público -muchas

universidades privadas se definen en

esos términos- y en que la mayoría de

sus estudiantes provienen de los quin-

tiles más ricos del país. ¿Tendría que

transferir dinero el Estado a estas uni-

versidades considerando que existen

otras universidades -estatales o priva-

das post años ’80- o institutos profe-

sionales que reciben en su mayoría es-

tudiantes de los quintiles más pobres?

Si lo que Chile quiere como proyecto

de país es promover una sociedad más

igualitaria, ¿no tendrían que recibir

estas instituciones de educación supe-

rior una atención preferencial y, en tal

sentido, los estudiantes acceder a una

educación gratuita?

Si es que el gobierno realmente quie-

re impulsar reformas educativas que

promuevan un país más igualitario, lo

primero es que el Estado debe hacerse

Por Carolina Guzmán Valenzuela*

Reforma de la Educación Superior en Chile:

LA DIMENSIÓN

PÚBLICA DE

LA UNIVERSIDAD

*Investigadora del Centro Avanzado de Investigación en Educación, CIAE, de la Universidad de Chile e investigadora

responsable del proyecto Fondecyt 1141271 ‘Universidades del Chile contemporáneo: en búsqueda del sentido de lo público’.

Hay un gran sector del país que no es partidario de

que las instituciones de elite reciban a ‘estudiantes

desventajados’. Al fin y al cabo, contar con una elite

permite crear un grupo pequeño, no masificado y

diferenciar aquello que es mejor de lo peor.