Background Image
Table of Contents Table of Contents
Previous Page  53 / 56 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 53 / 56 Next Page
Page Background

51

Nº 8 junio 2015 / El Paracaídas

que a algunas de estas últimas las ha

movido el lucro.

Cuando señalo que el Estado debe

hacerse cargo de sus universidades, no

me refiero a entregar recursos contra

resultados sino que a garantizar un

financiamiento base mínimo y pro-

porcionalmente igualitario a todas sus

universidades estatales, que les permita

realizar sus tareas clásicas de docencia,

investigación y extensión con estánda-

res mínimos de calidad.

Aquí no concuerdo con el argumento

de que algunas universidades estatales

reciben más fondos pues hacen más in-

vestigación o actividades de extensión.

Lo anterior ha llevado a la creación de

un sistema estratificado de universida-

des estatales en la que unas sólo se de-

dican a la docencia -y con suerte reali-

zan algunas actividades de vinculación

con el medio- y otras son consideradas

universidades complejas pues realizan

no sólo estas tareas sino que también

investigación y aportes a la sociedad en

términos artísticos. Hemos creado un

sistema de universidades estatales eli-

tista y segregador que lo que hace más

bien es reproducir la estratificación so-

cial del país, en lugar de intentar pro-

mover una sociedad más igualitaria.

En un país como Chile, donde las ar-

cas fiscales son limitadas, el Estado no

podría entregar recursos ilimitados a

sus universidades estatales sin regular

qué tipo de educación se está entre-

gando o el nivel de investigación que

se está realizando. Aquí el Estado tie-

ne el deber de fiscalizar, regular; ésta

es parte de su tarea, velar porque las

instituciones de educación superior

sean instituciones de calidad.

En el caso de las universidades priva-

das -sean tradicionales o no, y reciban

o no recursos del Estado- así como de

los institutos profesionales y centros de

formación técnica, también el Estado

debe ejercer un rol regulador. No ol-

videmos que las instituciones privadas

de educación superior han ayudado a

expandir este nivel educativo de mane-

ra considerable pero, por lo mismo, se

hacen necesarios mecanismos de con-

trol de excelencia educativo rigurosos

y adecuados a cada realidad, distinto al

sistema de acreditación actual que ha

resultado defectuoso y corruptible.

Hace poco, en la preparación de un

simposio sobre el rol público de las uni-

versidades, un colega finlandés experto

en educación superior enunció que las

universidades privadas en el contexto

nórdico se definen como ‘universidades

independientes’ más que como provee-

dores privados de educación superior.

Estas universidades están fuertemente

reguladas por el Estado. Sabemos que

el caso nórdico es lejano al chileno –

por el tipo de economía y relaciones

entre el Estado, la educación superior y

lo privado-, pero si realmente se quie-

re calidad de la educación superior, se

ha de contar con criterios mínimos

cargo de una educación de excelencia de

todos sus ciudadanos. Y hacerse cargo

no necesariamente significa gratuidad.

Por supuesto que involucra un aspecto

financiero, pero también uno regulativo,

de regulación de la calidad educativa.

En el aspecto financiero, lo primero es

que el Estado debe hacerse cargo de sus

universidades estatales. Una definición

de lo público proviene de la economía

y señala que lo público guarda relación

con cuestiones de propiedad y financia-

miento. Si yo soy el dueño en términos

legales, entonces, debo hacerme cargo

de aquello que es de mi propiedad. Sin

embargo, desde los años 80, el Estado

no ha cumplido con su rol de propieta-

rio de las universidades estatales. Más

bien las ha abandonado y las ha dejado

expuestas al mercado y las ha incentiva-

do a competir con rivales con muchos

más recursos, como los privados.

En esas circunstancias, las universida-

des estatales han tenido que sobrevivir

y, literalmente, comercializar produc-

tos educativos ya sea creando carreras

de pregrado y programas de postgrado,

aumentando matrículas, creando cam-

pus y vendiendo servicios, cuestiones de

las que han sido cómplices muchos aca-

démicos, algunos con la excusa de que

deben complementar sus sueldos. Así,

las universidades estatales han estado

compitiendo con universidades priva-

das -especialmente con algunas post

80- en la venta de servicios educativos.

Algunos dirían que con la diferencia de

Las instituciones de educación superior con un sentido público tienen como

misión no sólo el aumento del capital cultural de los individuos sino que

también el compromiso de mejorar la sociedad nacional y global.