El Paracaidas - N°4 2014 - page 7

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Nº 4 diciembre 2014 / El Paracaídas
A
lfredo Jadresic tiene en sus
manos una réplica de un
manuscrito de Andrés Bello
cuando recibe a
El Paracaí-
das
para este diálogo. Es un ejemplar
de “Cuadernos de Londres (1812-
1820)”, donde el fundador de la Uni-
versidad de Chile registró su paso por
la capital de Inglaterra. Esta imagen
inicial es también una síntesis de la
vida del doctor Jadresic, pues Londres
y, sobre todo, la Universidad de Chile,
son parte constitutiva de su trayectoria.
En los Juegos Olímpicos de Londres
1948, Jadresic representó a la delegación
chilena en salto alto. Cinco años antes,
había ingresado a estudiar medicina en
la “U”, donde llegó a ser decano entre
1968 y 1972. Un año después de dejar
ese cargo, volvió exiliado a la capital
inglesa producto del golpe militar y, fi-
nalmente, regresó a su Alma Mater una
vez finalizada la dictadura de Pinochet.
Por eso no sorprende que se refiera a “la
Chile” con pasión y compromiso. Hoy
es Profesor Emérito tras una larga y
exitosa carrera académica, que tuvo su
mayor expresión cuando dirigió la Fa-
cultad de Medicina en plena reforma
universitaria de fines de los años ‘60.
Era una época convulsionada, donde
las demandas por participación y de-
mocratización emergían desde todos
los campus. Jadresic se hizo cargo de
este contexto político y condujo la pri-
mera –y quizás única– gran experiencia
de triestamentalidad en la Universidad
de Chile. Habla, por ende, con cono-
cimiento de causa, tanto que en cada
respuesta deja en claro que su relato
corresponde a un ejemplo concreto de
cogobierno universitario.
“El contexto en que se da el movimiento
de reforma en Chile es muy importante,
porque era un ambiente de enorme in-
terés por las causas sociales. En el caso
de la Universidad de Chile, su principal
objetivo era alcanzar la participación de
todos los integrantes de la comunidad
universitaria en todos los niveles de de-
cisión. Era una mayor democratización
de la Universidad, pero además com-
prometerla con los grandes cambios que
la sociedad requería”, afirma Jadresic.
¿Cómo se instala esta discusión en la
Universidad de Chile en 1968?
- Hubo un movimiento estudiantil de
la FECH. Todos los cambios de esta-
tutos de la Universidad de Chile han
partido siempre desde los estudiantes.
En este caso, los estudiantes de la Fa-
cultad de Filosofía exigieron la elec-
ción de un nuevo decano y lo lograron
gracias a un acuerdo con rectoría. Esto
además generó las condiciones para
crear comisiones de reforma en todas
las facultades y sedes de la Universidad
a lo largo del país. De este trabajo iban
a surgir las modificaciones a los estatu-
tos. Eso sí, los estudiantes no aceptaron
que todo este proceso se hiciera bajo
la dirección de los decanos vigentes en
ese entonces, muchos de los cuales es-
taban en contra de la reforma. Enton-
ces, se acordó que renunciaran todos y
se eligieran decanos transitorios.
Es ahí cuando usted asume como de-
cano de Medicina...
- Renunciaron los decanos y se eligió
a las nuevas autoridades con la parti-
cipación de toda la comunidad. En ese
momento, me tocó ser elegido decano
de la Facultad de Medicina.
En términos concretos, ¿cuáles eran las
demandas en este contexto de reforma?
- Los objetivos eran muy claros: cam-
biar la cátedra -donde el profesor
concentraba mucho poder- por el de-
partamento, autoridades colegiadas,
consejos triestamentales en los depar-
tamentos, elección temporal de los di-
rectores, autonomía de la carrera aca-
démica y el cogobierno en todas estas
estructuras. En Medicina, decidimos
comenzar de inmediato con la reforma,
antes de que se pronunciara totalmente
la Comisión Central de Reforma.
¿Fue la única experiencia real de cogo-
bierno en la Universidad?
- Sí, porque fue muy disímil en la Uni-
versidad. Por ejemplo, las facultades de
Química y Farmacia y de Odontología,
que son cercanas a Medicina decidie-
ron esperar hasta último día cuando
todo ya estuviera establecido. No hi-
cieron grandes cosas, salvo dar algunas
pequeñas recomendaciones a los estu-
diantes y funcionarios. Medicina, en
cambio, trabajó intensamente los cua-
tro años de reforma desde 1968 a 1972,
sobrepasando incluso nuestras propias
expectativas. Esto ocurrió porque los
conceptos de democratización de la
universidad estaban claros y el propó-
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