El Paracaidas - N°1 2014 - page 17

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Nº 1 septiembre 2014 / El Paracaídas
-Nadie me creía.Todos corrieron hacia
las escaleras y desde el otro lado obser-
vamos cómo subió escoltado por unos
profesores de Derecho Público. De ahí
no supimos más. Lo vimos solamente
después, cuando desaparecieron los au-
tos- dice.
Para María Angélica, que empezó a
vincularse con la Universidad de Chile
a mediados de la década del 50’, cuan-
do entró a estudiar Derecho –para lue-
go incorporarse rápidamente al mundo
académico- la visita de Pinochet a la
Escuela marcaría un hito en la inter-
vención de la Universidad y también
del país: la Chile estaba de pie y poco
a poco se comenzaba a levantar el resto
del país. Era el principio del final de la
dictadura. Casi un año más tarde, sin
que muchos se lo esperaran, se realiza-
ría el plebiscito que terminaría con 17
años de botas y fusiles.
LIBERTAD DE ACCIÓN
La visita de Pinochet a Derecho fue
sólo un día en los 17 años de interven-
ción, la que se empezaría a tramar y a
sentir en los días previos al golpe. En
1973 la Casa Central de la Universidad
de Chile era punto neurálgico tanto de
las protestas como de reuniones para
decidir el futuro del país.
-No sabíamos bien qué iba a pasar, pero
las opciones eran dos: aquí venía un gol-
pe o se iba a producir el plebiscito. Lo
que sí estaba claro era que el ambiente
se hacía insostenible- señala Figueroa.
El 11 de septiembre todo se produjo muy
rápido. María Angélica no alcanzó ni a
llegar a la facultad. Pocos días después del
golpe, el rector citó a los integrantes del
Consejo Normativo a una reunión en el
Salón de Honor. Figueroa era represen-
tante académica en aquella instancia, la
cuál sería la última actividad oficial de
Edgardo Boeninger al mando de la Chile.
-Fue una reunión muy breve. Boeninger
nos dijo que había tenido conversaciones
con la gente de la Junta de Gobierno
acerca de cuál era el destino de la Uni-
versidad. La conclusión de él era que no
habían condiciones para persistir como
rector, que no las podía aceptar. Y que
por lo tanto, dejaba en libertad de acción
a los demás.
Figueroa no recuerda aplausos ni otras
manifestaciones, sólo un silencio pro-
fundo. Después de que el rector se pro-
nunció, todos se pararon y se fueron.
-Recuerdo haber salido y no sé si me
lo inventé en mi cabeza, pero el rector
cerró por fuera la Casa Central. Yo no
volví a entrar hasta 1990, ya no tenía
nada que hacer ahí-dice Figueroa.
La intervención ya estaba anunciada.
Rectores y decanos designados, reducción
de presupuesto y amputación de las sedes
regionales y del Instituto Pedagógico se-
rían las principales heridas infringidas
durante la dictadura militar, que a juicio
de Figueroa no terminaron de cicatrizar
en democracia.
RUMBO EQUIVOCADO
En 1990 María Angélica Figueroa vol-
vió a pisar Casa Central. Esta vez traía
promesas de cambio. En sus manos
estaban los estatutos que permitirían
llamar a elecciones y terminar así con
años de autoridades designadas y por
sobre todo, reconstruir una institución
dañada económica y moralmente.
-Toda parecía muy raro, muy ajeno. La
Casa Central lucía encerrada, me abrie-
ron la puerta personas uniformadas. No
era el mismo lugar que conocía- recuerda.
Tiempo más tarde, los estatutos harían
posible la elección de Jaime Lavados,
con quien Figueroa trabajaría mano
a mano como Directora Jurídica para
hacer a un lado los 17 años de agonía
que sufrió la casa de Bello.
De todas maneras, el resultado no sería
tan optimista como se pensó. El des-
calabro financiero y los daños ocultos
que se fueron encontrando llevaron a
las nuevas autoridades del país a discu-
tir qué hacer con la alicaída Educación
Superior. En esa línea, las medidas no
fueron las óptimas. Es más, sólo “con-
solidaron un sistema que la dictadura
creó y muchas veces consolidar es peor
que retroceder”, señala Figueroa.
Yahora que todo sigue igual ¿No se arre-
piente de haber luchado tantos años?
-Desde los 17 años hasta ahora, no
he salido nunca de acá y no me arre-
piento. Jaime Eyzaguirre, profesor de
la época, me dijo: “tenga cuidado, esta
opción de vida es una opción difícil,
no es para hacerse rico, es para pasar
malos ratos”. Yo no creí que iba a pasar
tantos como los que tuvimos que pasar.
Pero es la vida de la Universidad, hay
otras personas a las que les tocan gue-
rras mundiales.
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