—Soy hiperquinético. No sé si diagnosticado, pero sí, siempre
estoy haciendo cosas. Me gusta mucho aprender.
— ¿Cómo así?
—Aprender de las cosas que uno vive, de lo que sea.
Daniel deja su bicicleta a un costado y explica que le hubiese
gustado que la entrevista fuese en el Parque Panul de La Florida,
pero que por temas de distancias era complicado. De segunda
opción decide el Parque Almagro, en el centro de Santiago. “Me
gustan los lugares abiertos, tranquilos y con harto verde”, dice al
tiempo que no demora en anclar estos lugares al hecho de que
de niño pasaba en la calle y que apenas tuvo la oportunidad de
extender los permisos comenzó la cruzada: del pasaje a la villa, y
de la villa a transformar la comuna entera en su cancha de juego,
incluyendo el Panul.
Daniel creció al suroriente de Santiago, es “floridano” e identifica
en esos paisajes sus primeros cuestionamientos y experiencias de
movilización estudiantil. “Al principio había un sentir de que algo
estaba mal, pero no tenía tan claro el fondo”, cuenta recordando
el 2006, año en que vive sus primeros paros y marchas con un
movimiento de los “pingüinos” que lo sorprende iniciando la En-
señanza Media en un colegio particular subvencionado católico
de la comuna.
Para Daniel las lecturas de ese tiempo todavía giraban en torno a
Julio Verne con
La vuelta al mundo en ochenta días
y
Dos años de
vacaciones
; la ubicación en el eje de la izquierda-derecha aún no
estaba presente y lo político se materializaba en el levantamiento
de una revista crítica dentro de su colegio. “Si bien en la escuela
no era político, no participé en el Centro de Estudiantes ni nada
de eso, siempre fui de un pensamiento muy crítico, de necesitar
saber qué es lo que está pasando, la búsqueda por lo que está
detrás”, cuenta perfilando un niño y un adolescente bastante in-
quieto que canalizó esa energía en todas las actividades a las que
pudo incorporarse, scout, fútbol, hándbol, básquetbol, diábolos,
zancos y guitarra, por nombrar algunas.
“Fue el 2011 el que marcó un antes y un después para mí en
cuanto a la política y al movimiento estudiantil”, año en que par-
ticipó en las movilizaciones nacionales como estudiante de segun-
do año de Ingeniería en la U. de Chile. “El 2011 tomé un cariz
muy anarquista, en términos de práctica y de lectura. Creo que
partí con
La conquista del pan
de Kropotkin y la idea de anarquis-
mo que tenía entonces estaba orientada a un ideal en torno a lo
comunitario, al desarrollo político de cada persona que no se ha
de delegar en un representante”, afirma y no demora en reconocer
que esos ideales persisten.
Del aprendizaje de las asambleas y marchas de ese 2011, Daniel
rescata su primera formación, reconociéndose dentro de la nueva
generación política, cuya “cancha inicial han sido las asambleas,
las calles, las manifestaciones y aquellos sectores de la sociedad que
habían sido marginados”. Describe todo esto como el inicio de una
experiencia de base que lo llevaría a sumarse a la Unión Nacional
Estudiantil (UNE) en 2013, a la presidencia del Centro de Estu-
diantes de Ingeniería (CEI) en 2015, la Secretaría General de la
FECh en 2016 y la presidencia de la Federación para el 2017.
El movimiento estudiantil, la FECh
y el nuevo ciclo político
Cuando las preguntas se alejan de la vida personal, Daniel se va
poniendo más serio y a la vez más cómodo al momento de orga-
nizar sus respuestas. Continúa hablando de forma reposada, pero
ahora hay una seguridad en sus palabras que aparece cuando toma
el comentario del desgaste del movimiento estudiantil, “yo creo que
este año se pudieron haber hecho grandes cosas, pero hubo un error
táctico de la llamada ofensiva estudiantil con la entrada a La Mone-
da (hace referencia al acto adjudicado por la organización política
Juventud Rebelde). Saludo la intervención, pero hay un error ga-
rrafal en términos políticos, que es hacer esa acción dos meses antes
de que ingrese la reforma. Cuando salió ya estábamos desgastados y
no había posiciones de fuerza. Ahí hubo una inexperiencia política
de las organizaciones que lo planificaron”.
También has destacado como crítica al 2016 la centralidad
que se le dio al estudiantado, con un desarraigo de los otros
movimientos sociales.
Creo que hoy día el estudiante es un sujeto que tiene una
relevancia nacional indiscutible, ha logrado construir una nueva
generación política, pero se ha olvidado que cuando ha habido
transformaciones en esta Universidad han sido movimientos
triestamentales. Al interior de la Universidad el estudiante no
funciona solo, sino que funciona articuladamente con otros ac-
tores. Lo mismo hacia afuera; la FECh se centró mucho en el
conflicto educacional y no entendió que hoy hay muchos más
conflictos que se están desarrollando en Chile, que hoy la Fede-
“La FECh se centró mucho en el conflicto
educacional
y no entendió que hoy hay
muchos más conflictos que se están
desarrollando en Chile, que hoy la Federación
tiene que ponerse al servicio también de los
movimientos sociales, porque hay un nuevo
ciclo político que está avanzando”.
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P.P. / Nº4 2017