rio Baeza. A pesar de que su trayectoria ha
estado íntimamente ligada a la Orquesta
-ésta los acompañó en su primer concier-
to en el estreno del Oratorio
El Mesías
de
Händel- el Coro ha logrado construir un
nombre por sí mismo. Esto se ha reflejado
en las múltiples giras nacionales e inter-
nacionales, y en los numerosos reconoci-
mientos que ha recibido, entre los que des-
tacan el Premio a la Trayectoria otorgado
por el Círculo de Críticos de Arte, un pre-
mio APES y en 2008 el Premio a la Música
Nacional Presidente de la República.
“La labor cultural que ha realizado el
Coro Sinfónico en este país no la ha
realizado ningún otro coro, y no sé si
hay ejemplos en Sudamérica”, afirma-
ba su director, Juan Pablo Villaroel, en
noviembre para el aniversario 70° de la
agrupación, ocasión que fue conmemo-
rada con un concierto en la Casa Central
de la Universidad de Chile.
En enero la Orquesta Sinfónica cumple
76 años de trayectoria, celebración que
comenzó de forma anticipada en diciem-
bre con el Premio Senado de la Repúbli-
ca 2016, recibido recientemente por la
agrupación sinfónica por su aporte a la
cultura nacional.
Para Diego Matte, director del Centro de
Extensión Artística y Cultural (CEAC)
que agrupa a las mencionadas entidades,
los cuerpos estables nacionales no se pue-
den entender fuera de la Universidad de
Chile y en ese contexto enmarca el galar-
dón recibido. En su opinión, los principa-
les aportes de las agrupaciones nacionales
a Chile son el compromiso con la exce-
lencia artística y el acceso a esa excelencia,
que debe estar al alcance de todos. “Es
un mérito que estas instituciones toda-
vía existan y que estén bajo la tutela de la
Universidad de Chile, lo que les ha permi-
tido esa proyección y desarrollo, porque
acá están protegidos dentro del ámbito
público, en un ambiente comprometido
con el desarrollo intelectual, científico y
social del país”, reflexiona.
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Nº4 2017 / P.P.