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Diciembre 2015 - Enero 2016 / Nº 13 / El Paracaídas

EL CAMINO DE

CAMILA ROJAS

Del puerto de San Antonio a la presidencia de la FECh

El 4 de diciembre asumió la presidencia de la Federación de Estudiantes de la

Universidad de Chile. Debutó en medio de una álgida discusión sobre la gratuidad

en la educación superior y la espera un año de reforma, decisivo para el movimiento

estudiantil. Administradora pública y militante de Izquierda Autónoma, Camila Rojas

sabe que ahora es cuando hay que lanzar la ofensiva y salir a ganar.

Por Francisca Siebert / Foto: Alejandra Fuenzalida

A

Camila Rojas, recién asumida

presidenta de la Federación de

Estudiantes de la Universidad

de Chile, FECh, le gusta mu-

cho la tranquilidad de San Antonio.

-Pienso volver. No altiro, me imagino

estando en muchos otros lados antes,

pero a echar raíces, sí- reconoce riendo.

Cuando llegó a Santiago, en 2009, tenía

18 años. Acababa de salir del colegio y

en la ciudad conocía a una sola perso-

na: la amiga de una amiga, donde vivió

ese primer año. Viajó entre Maipú y el

Instituto de Asuntos Públicos (INAP)

en Santiago, intentando postular sin

éxito al hogar universitario, participan-

do informalmente de algunas asambleas

y batallando un poco con los ramos.

“Cuando llegué me costó afirmarme aca-

démicamente”, cuenta la administradora

pública y hoy estudiante del Magister

en Ciencias Políticas de la Facultad de

Ciencias Físicas y Matemáticas.

De la capital tenía recuerdos de haber

venido cuando chica para acompañar a

su mamá a comprar telas. “Mi mamá

cose, hace ropa, por eso venía. Me

acuerdo que era muy caluroso Santiago

y que dejé de venir cuando empezaron

a cobrarme pasaje en el bus”.

El papá de Camila trabaja en la cons-

trucción. La menor de tres hermanos,

nacida y criada en San Antonio, es-

tudió en un colegio particular subven-

cionado y vivió la revolución pingüina

en el puerto. “Tenía 15 años, participé,

pero allá pasaba mucho menos que acá

en Santiago. Igual mi colegio estuvo en

toma, pero nuestro petitorio era que

limpiaran los baños, que no se lloviera

el colegio, cosas muy domésticas, y que

se acabara la LOCE”.

Además del centro de alumnos, par-

ticipó del coro, la orquesta, la banda,

el equipo de ping-pong y pastoral.

Recorrido diverso que mira hoy más

que nada como una necesidad de orga-

nizarse. Y aunque militancia no tuvo

en esa época, sí nació en el puerto su

relación con la izquierda.

“En San Antonio conocía a harta gen-

te del Partido Comunista y del Partido

Socialista, pero no me gustaba ninguno

de los dos. Lo que sí sabía es que quería