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Arica, Iquique, Ovalle, Osorno y Valdivia; tres en La Serena,
Antofagasta y Punta Arenas; cuatro en Temuco; y ocho en
Valparaíso, además de diversas misiones culturales más breves.
Las matrículas reflejaban aquel crecimiento. De los 534 ins-
critos en la primera versión, hacia 1940 la cifra bordeaba los
800 alumnos. En 1945 los estudiantes fueron 1.163, mientras
que en 1950 se alcanzó la cifra de 3.564 y para 1954 ya se
celebraba contar diez veces la cantidad inicial, con 5.391 ins-
critos. De un acumulado de 51.098 estudiantes se estimaba
que 17.505 correspodían a las escuelas en provincias y 535
fueron becarios extranjeros de países americanos.
Los objetivos trazados por Amanda Labarca y por los direc-
tores y directoras que la sucedieron en esta labor se habían
cumplido con creces. La Universidad de Chile asumía la fun-
ción educadora no sólo en la formación de profesionales de
excelencia, sino también en la difusión de la cultura hacia
todos los rincones y clases sociales del país, cumpliendo el
mandato de la Reforma al Estatuto de 1931 y continuando
el trabajo de extensión universitaria iniciado por el Rector
Valentín Letelier en la década de 1900.
Sobre este impacto, Moisés Mussa señala en su citado en-
sayo que “la clase media y el proletariado son los que mejor
han comprendido los provechos que les llevan las Escuelas de
Temporada. Gracias a ellas tienen clara visión de su situación
social y de sus necesidades y derechos; suplen las deficiencias
culturales que los aquejan; se informan de la hora en que vi-
ven, de las leyes que los benefician, de las responsabilidades
que les toca asumir; adquieren conciencia de su papel social”.
EL REGRESO DEL LEGADO DE AMANDA LABARCA
Para la Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Socia-
les Sonia Montecino, las Escuelas de Temporada de la Uni-
versidad de Chile “tuvieron un significado enorme para el
país y para el desarrollo cultural, en ellas participaban todos
los exponentes intelectuales de la universidad y estaba abierto
a todo público”. En sus palabras, “representaron de alguna
Para 2016 la Escuela de Verano llegará a la región de Magallanes, con actividades en Punta Arenas,
Puerto Natales y Porvenir. Así, la misión de la Universidad de Chile ante estos desafíos, que son de toda la
comunidad universitaria, retoma un mandato simbólico y material que implica construir conocimiento con
la comunidad y buscar aliados que promuevan la responsabilidad del Estado con la vida republicana.