Gracias a un programa de pasantías, el Archivo Central An-
drés Bello se ha convertido en un espacio académico y pe-
dagógico al que llegan estudiantes de todas las áreas de la
Universidad. “Este lugar se ha convertido en una escuela del
patrimonio porque lo que algunos pasantes han aprendido
acá, lo han replicado en otros lugares”, dice Solis.
Durante la gestión de Montecino se conformó la Red Patri-
monial de la Universidad de Chile, “en un intento por coordi-
nar y reunir a los dispersos núcleos patrimoniales y proponer
su desarrollo institucional”, como explica la Premio Nacional.
Y es justamente esta una de las deudas de la Casa de Bello con
su propia historia, ya que aún no se oficializa una política que
rija este tema.
El entonces Archivo pasó administrativamente de la Rectoría
a la Vicerrectoría de Extensión, hoy Vicerrectoría de Extensión
y Comunicaciones. Alejandra Araya recuerda que “el lugar era
muy poco conocido por la comunidad, por lo que el principal
desafío ha sido abrirlo” y poner a disposición física y/o digital-
mente los más de 152 mil ítems que salvaguarda el Archivo.
Araya asumió la dirección del acervo cuando Montecino pasó
a presidir la VEX: una nueva mujer a la cabeza. “En este mo-
mento estamos trabajando con planificaciones anuales a par-
tir de la investigación que se realiza internamente. Es ahí que
se identifican temas emergentes o urgentes”, materiales que
emergen de “la caja de pandora” que sigue siendo el Archivo.
Esta misma historia que quiere ser
reconstituida por el equipo del Ar-
chivo, que desde hace más de cinco
años realiza una investigación que
pueda hilvanar en un relato todas
las piezas de este puzle en constan-
te exploración y movimiento.
Otro de los nuevos proyectos del equipo es la Colección Do-
mingo Edwards, una donación de este bibliófilo consegui-
da por la mediación de Alamiro de Ávila, donde confluyen,
entre otros documentos, los bandos de José Miguel Carrera,
la producción de las primeras poetizas chilenas y los libros
realizados con la primera imprenta que llegó a Chile en 1812.
Además, el equipo está organizando una investigación sobre
los archivos de la Dirección Jurídica de los sumarios adminis-
trativos de la dictadura.
En el Taller de Conservación el equipo estable y los pasantes
revisan y preparan el material que será exhibido en la sala
patrimonial que espera recibir una importante parte del Ar-
chivo en sus vitrinas. Este espacio estará disponible este se-
gundo semestre en el ala que da al patio Andrés Bello de la
Casa Central. Es así como el acervo del Archivo comenzará
a regarse por la casona amarilla de la Alameda, a disposición
de quienes quieran visitarlo.
“El patrimonio no es un bello texto guardado en cajas muy bien
conservadas, sino la expresión viviente de una idea, de una época
leída desde el hoy. Se cuida lo que se quiere y se quiere lo que se
conoce, por eso es crucial que el valor del Archivo circule y sea
apropiado por la comunidad”, dice Sonia Montecino. Su discur-
so está en sintonía con el de Marta Parejo, quien ha visto pasar
diferentes generaciones por las dependencias de Arturo Prat:
“espero que los que vengan vean que parte de la historia del país
está aquí, que es nuestra historia y hay que cuidarla”.
“El archivo es la reunión de muchos tiempos y lugares en un
mismo espacio”, explica Araya respecto a la conformación de lo
que actualmente es y posee el Archivo, material cuyo valor radica,
además de los contenidos y temas, en la historia que los hizo
confluir en el torreón que los alberga.
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El Paracaídas / Nº 10 / Agosto 2015