Tanto así que para el rector de la Uni-
versidad de Talca significa un logro que
“universidades como la nuestra, que
surgió en un ambiente de plena compe-
tencia y con las manos atadas, pudimos
dignificar lo que el Estado hace: educar
con calidad a jóvenes que de otra forma
no podrían haber estudiado en nuestro
país”. Por eso para Álvaro Rojas, encami-
narse a la gratuidad significa para la uni-
versidad pública “volver a lo que Chile en
parte importante del siglo XX. El Chile
republicano se forjó en gran medida gra-
cias a la educación gratuita, pública”.
Pero ante el discurso de “un trato pre-
ferente del Estado con sus universida-
des” -que tampoco ha sido visualizado
en esta etapa de anuncios- Víctor Ore-
llana es más enfático a que éste debe
más bien ser “un trato coherente”. En
esa línea, tal como el Estado financia sus
ministerios “por sus costos y no por su
precio, debe hacerlo de la misma forma
con las universidades estatales”.
Si a este argumento sumamos el que la
gratuidad debe financiar a los sectores
más vulnerables de la población, esta
sería otra razón para entregar más re-
cursos a las universidades estatales. Esto
porque son las instituciones que poseen
el más alto porcentaje de estudiantes
provenientes de establecimientos muni-
cipales y particulares subvencionados.
Por ejemplo la U. de los Lagos posee
un 55,4 por ciento de estudiantes de
este primer sector; la U. de Magallanes
un 41,5 y la U. de Talca un 41,1.
Pero el Mineduc ya ha esbozado una
dinámica de financiamiento -a deter-
minarse en el marco de la ley que en-
trará al parlamento- desplegado en el
entendimiento que existen tres tipos
de instituciones: estatales, privadas
con aportes públicos y privadas sin
aportes públicos. Para la transferencia
por gratuidad para el financiamiento
a la docencia, tendrán acceso sólo los
dos primeros grupos de universidades.
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