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MIGRACIÓN

INTERNACIONAL EN

CHILE: LA NECESIDAD DE

GENUINOS DEBATES

JORGE MARTÍNEZ PIZARRO

Investigador del Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (Celade), Cepal

L

a migración es un proceso de intercambios

que ha tenido un auge a escala intrarre-

gional, con una impronta particularmente

marcada por la participación de mujeres. Chile

es uno de los países de América Latina donde

más intensamente ha crecido la inmigración en

las últimas décadas, si bien su cuantía estimada le

sitúa en un rango medio y su incidencia relativa

a nivel nacional en un rango más bien inferior

en la región. Comparada con países como Ar-

gentina, la República Bolivariana de Venezuela,

Costa Rica, República Dominicana y México, la

población de inmigrantes es menos numerosa y

porcentualmente de menor incidencia. Es claro

que el país registró una inflexión notable en los

años ‘90 y que la llegada de inmigrantes se volvió

una realidad cotidiana observable en el mundo

del cuidado, la salud, la construcción y muchos

servicios. La emigración nativa disminuyó, si bien

la presencia chilena en el extranjero sigue estando

entre las más numerosas en la región. Lo primero

que cabía pensar desde entonces era elaborar una

nueva normativa y una respuesta clara del Estado

que se alineara con los compromisos adoptados

para con su sociedad

en el plano internacional.

Como es sabido, el comienzo de 2017 encuen-

tra a Chile sin reforma migratoria y con una

totalmente lamentable y pobre discusión acerca

de la inmigración -ni siquiera la emigración ha

sido mencionada-. Sorprende negativamente que

la propuesta de normativa migratoria trabajada

desde el Estado en sucesivas versiones no fuera

presentada a la fecha. Se trata de un error de alto

costo, habida cuenta de las muchas señales y ne-

cesidades que daban por iniciado el esperado pro-

ceso de su propuesta al Parlamento. Es claro que

Chile se queda solitario en este contexto, pues,

por ejemplo, Brasil ha sometido este año sus pro-

puestas de nuevas legislaciones y Perú dio un paso

gigante hace poco en el plano del retorno. Argen-

tina, ahora entre vaivenes, estructura sus respues-

tas a partir de una ley aprobada y reglamentada

hace ya varios años que, en su momento, saldó

una deuda con la democracia. Uruguay ha com-

plementado su ley de 2008 y se encuentra en fases

avanzadas de cambios institucionales. Si la legisla-

ción chilena estuviese reformulada y la institucio-

nalidad existiera dando sentido al Instructivo Pre-

sidencial de 2015, es posible que las inquietudes

estuvieran algo despejadas. Pero si la propuesta se

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P.P. / Nº4 2017 / Dossier