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P.P. / Nº4 2017
INTERNET, BURBUJAS DE
OPINIÓN Y NOTICIAS FALSAS
POR CLAUDIO RUIZ,
Director Ejecutivo
PABLO VIOLLIER
, Analista de Políticas Públicas
ONG Derechos Digitales
En 2006 Yochai Benkler publicaba
The Wealth of Networks
.
Allí, haciendo un guiño a Adam Smith, Benkler teorizaba sobre
la sociedad de la sociedad de redes a la que dio paso la denomi-
nada sociedad de la información industrial. El libro sugiere que
los cambios en medios de producción, consumo e intercambio
de contenido supondrían beneficios para construir una sociedad
cada vez más abierta e igualitaria.
De alguna forma, el influyente libro de Benkler entregaba un
sustento teórico a un fenómeno tan novedoso como acelerado,
aquel que destruía la distinción emisor-receptor propia de la era
industrial para dar paso a un estadio donde sería la tecnología
la que disminuiría de manera radical las brechas existentes, pu-
diendo cualquiera ser un emisor de contenidos
online
, sin nece-
sidad de pasar por las anquilosadas estructuras de los medios de
comunicación tradicionales.
Diez años después de la publicación de The Wealth of Network
vale la pena preguntarse qué tan fundado estaba el optimismo
expresado por Benkler en el potencial democratizador de Inter-
net. La misma Internet que permitió la irrupción de los blogs,
redes sociales y Wikipedia también permitió la existencia de
violencia de género y discriminación online, supresión de con-
tenidos críticos y formas novedosas de censura. En este mismo
sentido, a propósito de la última elección presidencial estadou-
nidense, ha llamado la atención la aparición de conceptos como
las burbujas de filtros y las ‘
fake news
’, en las que quisiéramos
detenernos con algo más de detención.
Burbujas de filtros
La popularidad de los servicios
online
más populares depende,
en gran medida, de la capacidad que tienen de mostrarnos
aquello que queremos ver. Eso explica, por ejemplo, que Face-
book cambie hace años la forma en que presenta el contenido
en su página principal, desde un criterio cronológico a una
fórmula algorítmica misteriosa cuya decisión toma en cuen-
ta con quiénes hemos interactuado últimamente, dónde nos
encontramos, qué perfiles hemos visitado con anterioridad,
entre otros factores. Lo mismo ha hecho, más recientemente,
Instagram y Twitter. Asimismo, Google es capaz de mostrar-
nos resultados más “precisos” gracias al data
mining
y nuestro
historial pasado de búsqueda.
Que nuestros principales métodos de comunicación y de ob-
tención de información nos muestren preferentemente lo que
queremos ver no puede sino tener consecuencias en la forma en
que nos informamos e interactuamos. Varias estadísticas mues-
tran cómo, en particular los jóvenes, se informan primordial-
mente cada vez más a través de redes sociales (incluso cuando
Columna