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sultan perversos, como los subsidios de gratuidad o

vouchers

, y el propio Crédito con Aval del Estado

(CAE), que es repartido entre los bancos y las insti-

tuciones apuntadas.

Como se sabe, el pensamiento social advierte que los

modernos mercados van más allá del afán de lucro

tradicional comercial pre-capitalista. Al depender la

ganancia de la creación de valor para el mercado y la

competencia, los empresarios se orientan, más que

al simple lucro comercial de “comprar barato y ven-

der caro”, a la creación activa de valor, al punto de

generar una nueva ética de la ganancia. Es ahí donde

el moderno empresariado se separa de la aristocracia

o de las estafas corrientes, al perseguir el acrecenta-

miento del valor en la producción y, con él, la ra-

cionalización y mejoramiento de su actividad. Es la

ética de la economía moderna.

Los economistas de la Educación Superior han vincu-

lado el valor agregado en educación a su “calidad”. Sin

embargo, incluso desde tal perspectiva mercantil, la

ausencia de calidad observada en la educación privada

masiva y lucrativa demuestra que los efectos virtuosos

de los mercados no se producen en Chile. La nuestra

es, pues, una mercantilización

sui generis

. Beneficia a

instituciones que no necesitan invertir en calidad, ya

que sus principales fuentes de acumulación son estata-

les, las que se rigen por una focalización socioeconómi-

ca y no por la mentada calidad. Por ello les resulta más

rentable canalizar su empeño en el lobby y la presión

sobre las autoridades estatales. El resultado es una renta

privada sobre la base de recursos públicos, que crece y

no ofrece calidad. En definitiva, una gran estafa que

corre con cargo a las familias y al Fisco.

Este duro diagnóstico es imposible de ser reducido

al eje derecha-izquierda. El negocio de la Educa-

ción Superior y sus intereses no involucra sólo a los

partidos de derecha tradicional o al conservaduris-

mo de la Democracia Cristiana, como usualmente

se presenta. Independientemente de que existan al

interior de la Concertación voluntades transforma-

doras, partidos de esta coalición, autodenominados

progresistas, como el PPD, reúnen a varios de los

principales gestores del lucro en la educación chile-

na, dejando ver un vínculo orgánico entre los inte-

reses privados y la propia Concertación.

Esta imbricación de intereses explica la hegemonía

de una educación privada masiva y lucrativa. Las

presiones de estos grupos de interés han permitido

que se imponga una “igualdad de trato” entre enti-

dades estatales y privadas. También han contribui-

do a poner fin a los aportes basales, trocándolos en

aportes basales por desempeño -que no son ni basa-

les, ni se designan por desempeño- que se negocian

y ponderan. Han permitido que se reduzca lo esen-

cial del financiamiento de la Educación Superior al

voucher

, llamado mañosamente gratuidad, y que la

fijación de sus montos la lleven a cabo tecnocracias

controladas, que son financiadas con presupuesto

público, de libre disposición y con elevados salarios.

En este escenario se produce una expropiación de la

capacidad de los académicos y de las instituciones

de elaboración de políticas para el desarrollo de su

institución y de sus mecanismos de admisión.

La Universidad de Chile tiene una especial respon-

sabilidad en el futuro de la educación pública. En

condiciones de exiguo liderazgo político y contra-

dictorios intereses, emana la exigencia de contribuir

a trazar un horizonte general que evite la suma de

reformas parciales carentes de ello y, al mismo tiem-

po, la necesidad de advertir un camino posible, que

logre iniciar esa transformación efectiva, inevitable-

mente gradual, pero capaz de comenzar a revertir 40

años de avance neoliberal sobre la educación en ge-

neral y la Educación Superior en particular. Al mis-

mo tiempo que advertir los horizontes de sentido,

el liderazgo de nuestra institución precisa -evitando

el estéril maximalismo inflexible- salvaguardar esta

posibilidad histórica que ha abierto el clamor de la

sociedad. Su culminación plena no está al alcance

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Dossier / Nº2 2016 / P.P.