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das, en opinión de Fernando Carvallo, director del

Centro de Estudios de la Federación de Estudiantes

de la Universidad de Chile (Cefech), “para presen-

tar este paquete de normas que los incluye sólo para

subsanar los déficit de la implementación de los sis-

temas anteriores”.

Entre los reacios al proyecto del Gobierno encabe-

zaron la negativa los rectores de las universidades

estatales, apoyados por más de 40 senadores y dipu-

tados oficialistas e independientes que les prestaron

su respaldo para abogar por que esta ley disponga de

un programa específico para potenciar la Educación

Superior estatal, consolidando instituciones com-

plejas que incluyan docencia y provisión de otros

bienes públicos.

Pocas son las voces conformes con esta iniciativa que

queda finalmente en manos de los parlamentarios,

quienes deberán zanjar el futuro de la Educación

Superior de nuestro país.

¿Reforma o ajuste?

El problema, según Carvallo, es la brecha entre la

expectativa causada por el anuncio presidencial y

el contenido concreto del proyecto de ley, la que

pone en duda el trabajo pre legislativo realizado

por el Gobierno. A su juicio, este proceso de dis-

cusión “no sirvió de nada. En la presentación del

proyecto no se tomó postura por nadie, dejando a

la discusión parlamentaria la decisión sobre el ho-

rizonte de la reforma con unos límites delimitados

en el proyecto de ley, que no es más que un perfec-

cionamiento del sistema en sus principales déficit,

pero bajo la misma racionalidad”.

En su opinión, el proyecto viene a ordenar el siste-

ma, pero no cuestiona el paradigma actual, por lo

que resulta imposible que a través de él se reposi-

cione la educación como un derecho social y no

como un bien transable en el mercado. “La reforma

está pensada en términos del proceso de transición.

Se piensa desde lo que hay y con las modificaciones

necesarias para que mejore, pero sin situar el sistema

en un lugar distinto”, plantea enfático.

Junto con ello, Carvallo llama la atención sobre la

falta de medidas destinadas a fortalecer la educación

pública estatal, que representa sólo un 15% de la ma-

trícula en la Educación Superior y un 25% del subsis-

tema universitario -sin considerar Centros de Forma-

ción Técnica (CFT) e Institutos Profesionales (IP)-.

Cuasi-mercado

En una línea similar se posiciona Carolina Guzmán,

experta en Educación Superior e investigadora del

Centro de Investigación Avanzada en Educación

(CIAE) de la Universidad de Chile, para quien el

proyecto, más que una reforma, representa la intro-

ducción de ciertas regulaciones por parte del Estado

del modelo actual, acercándonos más a paradigmas

como el de Estados Unidos, Reino Unido o Austra-

lia, donde “el Estado tiene un papel preponderante

en la regulación de la prestación de servicios”, por lo

que “se habla de cuasi-mercado”.

Un primer atisbo de la consolidación de este sistema,

alejado de la promesa de la educación como derecho

social, es el anuncio del grupo

Laureate International

Universities

-controlador de las universidades de Viña

del Mar, De Las Américas y Andrés Bello; del Insti-

tuto profesional AIEP, la Escuela de Negocios IEDE

y de la Escuela Moderna de Música-, que declaró ser

una empresa “con fines de lucro” en su presentación

de una oferta pública inicial en Estados Unidos, con

el fin de transar acciones en la bolsa.

Esta situación resulta preocupante para Guzmán,

quien considera que el lucro es un determinante

fundamental del mercado educacional y por ello ve

con malos ojos que el Gobierno no lo prohíba en los

CFT e IP que no adscriban a la gratuidad a partir

de 2017.

Este vacío se suma a la mantención del Crédito con

Aval del Estado (CAE) en las universidades privadas

que no participen de la gratuidad, tal como enjuicia

la diputada Camila Vallejo, integrante de la Comi-

sión de Educación de la Cámara de Diputados.

“Con la permanencia del financiamiento mediante

el CAE se mantiene la lógica del endeudamiento en

el sector que no es gratuito. Entonces, además de

subsidiar a muchas instituciones privadas mediante

la gratuidad, el resto de los jóvenes deberán seguir

asumiendo un crédito para poder estudiar”, plantea

la diputada.

En opinión de la parlamentaria, ello obedece a que

el proyecto no transforma de manera clara el mo-

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Dossier / Nº2 2016 / P.P.