Arte en la Chile
Revista de la Facultad de Artes
11
REPORTAJE
Se realizaron espectáculos al aire libre en ocho comunas de
Santiago, especialmente en poblaciones de escasos recursos,
a cargo de la Orquesta Sinfónica de Chile; el Ballet Nacional,
el Ballet Popular y el de Cámara; el Coro de la Universidad de
Chile; y la Cineteca Universitaria. Incluso por primera vez se
invitaron a folkloristas, como Margot Loyola y el conjunto
Cun-
cumen
, y se contemplaron programas educacionales donde la
propia Orquesta Sinfónica se sumaba a las enseñanzas que
dictaba el programa oficial de música del Ministerio de Educa-
ción.
Entre abril y mayo de 1972, alrededor de 12.000 adultos y ni-
ños tuvieron la oportunidad de asistir gratuitamente a las fun-
ciones de estos conjuntos y actividades que daban a conocer
canciones, danzas, obras y películas tanto del norte como del
sur del país. Puente Alto, Conchalí, San Miguel, La Granja y
Quinta Normal eran algunas de las comunas que se vieron be-
neficiadas con esta iniciativa.
La denominación
Arte para todos
fue idea de un bailarín del
Ballet Nacional y permitió diferenciar la iniciativa que en la Fa-
cultad de Ciencias Musicales y Escénicas se desarrollaba de
las demás de la Universidad de Chile, institución que se plegó
al proyecto de construcción de una sociedad más educada y
menos desigual.
El lugar del arte
El académico del Departamento de Música y Sonología, Prof.
Eduardo Moubarak recuerda de modo especial la presentación
de la Orquesta Sinfónica que dirigió en la cárcel, reteniendo de
especial modo la impresión que le causó las condiciones en
que se encontraban los reclusos. “Parecían comadrejas, ellos
salían de orificios que estaban en las paredes. Es lo más inhu-
mano que yo he visto en cárceles. Pese a eso, ellos estaban
felices con el concierto, nos aplaudían y fue realmente impre-
sionante. Debió haber sido la primera vez que alguien se intere-
saba por ellos”, recuerda.
Agrega también que estos nuevos públicos eran muy respetuo-
sos y agradecidos. “Los músicos al principio iban con cierto re-
celo a tocar a las poblaciones. Luego se fueron acostumbran-
do. Después de los conciertos, los pobladores los aplaudían
y se acercaban a hablar con ellos”, rememora el académico.
También tuvieron presentaciones al aire libre en el cerro Santa
Lucía de Santiago.
En poblaciones, recuerda, “no nos esperaban sentados, como
estábamos acostumbrados. Llegábamos y había sólo un par
de personas mirando. El encargado del lugar nos decía que
empezáramos el concierto no más, sin público. Yo pensaba en
lo absurdo de la situación y que la convocatoria se pudo me-
jorar con difusión, pero haciendo lo que él indicaba resultaba.
Tocábamos a Rossini y empezaba a llegar la gente. El programa
Arte para todos
era muy bueno desde el punto de vista socio-
cultural”, añade.
El mismo recuerdo tiene al respecto el profesor Fernando Gar-
cía, quien además agrega que en una de las poblaciones “ha-
bía un
parafinero
que había creado su propio instrumento y se
presentó junto a la Orquesta Sinfónica. Naturalmente toda la
población estuvo presente. Todos miraban a su artista, lo que
era perfectamente razonable y había que aprovecharlo. Fue el
(concierto) más raro de todos porque era totalmente exótico”.
“La Universidad estaba conectada con las cosas que pasaban
en el país. Con esa envergadura, eso no se ha hecho nunca
más”, sentencia el profesor Moubarak, agregando “yo lo haría
de nuevo si tuviera la fuerza y la juventud”.
Ayer y hoy
Existe poco registro en relación al alcance que tuvo programa.
No obstante lo anterior, en base a las escasas cifras que se ma-
nejan, se estima que la iniciativa tuvo un alcance aproximado
de más de 70.000 personas y la participación de 244 artistas
de la Facultad de Ciencias y Artes Musicales y de la Represen-
tación, 200 folkloristas invitados y 225 artistas de las comunas.
Una iniciativa en números exitosa.
Sin embargo,
Arte para todos
se interrumpió abruptamente el
11 de septiembre de 1973 a causa del Golpe de Estado. De he-
cho, esa misma jornada tenían agendadas presentaciones que
no llegaron a realizarse. “Hicimos obras fantásticas, varias ópe-
ras, pero todo se quemó. Es como si todo lo que hicimos en
esa época estuviera maldito”, sentencia el profesor Moubarak.
Ya han pasado más de cuatro décadas desde el desarrollo de
este programa y sorprende la vigencia de los preceptos que
lo originaron con las demandas por acceso y vinculación que
guían el trabajo de instituciones culturales nacionales.
Para el profesor Moubarak la iniciativa es perfectamente rea-
lizable en el contextual actual chileno. “Es totalmente posible
y sería fantástico que se replicara, pero con otro nombre por
supuesto”, cuenta. El profesor Fernando García disiente. “Hoy
no puede realizarse a menos que la Universidad de Chile asuma
esa responsabilidad y empiece a luchar por recuperar su finan-
ciamiento estatal”, sentencia.