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-No hay vínculos permanentes con el

Estado, incluso en universidades como

la nuestra que están llamadas a tener

un vínculo más activo. Lo que pasó con

el 27F es que el Estado sí pidió ayu-

da, pero cuando pide ayuda no sabe a

quién pedirla y quien quiere darla no

sabe a quién entregársela. Con la Uni-

versidad pasa lo mismo. Faltan orgáni-

cas que no sean persona-

listas ni personalizadas y

de eso carece este país.

¿Hasta dónde llegar en-

tonces con la misión de la

Universidad?

- Yo soy de la visión de

que la Universidad tiene

otra misión, que es hacer

efectivo y hacer circular el

conocimiento. El conoci-

miento no es conocimien-

to cuando se construye,

se descubre o se genera o

describe; el conocimiento

se vuelve conocimiento en

una fase de recreación que lo convierte

saber social. Ese paso de conocimiento

científico a saber social sí es parte de la

misión de esta Universidad, a diferencia

de otras. Se nos perdió hace unos años

cómo se hace esa vinculación. Si tuvie-

ras los mismos informes que entregas al

delegado presidencial en las organiza-

ciones sociales de base, en el momento

en que pasa un desastre la gente igual

sabe qué hacer o cómo mitigar y cómo

exigirle al Estado lo que el Estado no

sabe. No es sólo el conocimiento al ser-

vicio de los organismos públicos sino un

conocimiento público implicado en los

saberes sociales. Hay mucho que hacer

ahí también.

Los conocimientos científicos, reco-

noce Pérez, no son únicos y, por tan-

to, describen distintas aristas y hasta

pueden contradecirse o llegar a con-

clusiones que están orientando a de-

cisiones diversas. Ella advierte que “la

realidad se pierde, cuando no se ponen

en juego los saberes de las comunida-

des, del pueblo. La certeza no sólo

está cuando se escribe el paper”.

Sonia Pérez cree indispensable articular

a académicos y estudiantes en función

de programas que logren vínculos con

las comunidades, proyectando una for-

ma de hacer y estar en la Universidad de

Chile, donde no siempre

los trayectos vitales de los

y las académicas son reco-

nocidos. Y, por tanto, llama

a volver a mirarse en medio

de una “cultura de trabajo

que me hace querer a esta

Universidad bastante, pero

que desgasta a muchos co-

legas por la sobredemanda

que tenemos”.

Volver a mirarse para ver

que “nuestras prácticas de

hacer academia han bajado

los muros y hoy se hace aca-

demia en las casas cuando,

por ejemplo,nos reunimos con tesistas; en

los patios,en las regiones,en la calle”.Por-

que, insiste, trabajar en la Universidad de

Chile implica transitar por la historia de

un país que se construye colectiva y coti-

dianamente, y en donde, agrega, los indi-

cadores de calidad deberían estar siempre

“conectados con la ciudadanía”.

“Lo que pasó con el 27F es que el Estado sí pidió

ayuda, pero cuando pide ayuda no sabe a quién

pedirla y quien quiere darla no sabe a quién

entregársela. Con la Universidad pasa lo mismo.

Faltan orgánicas que no sean personalistas ni

personalizadas y de eso carece este país”.

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Nº 10 / Agosto 2015 / El Paracaídas