bajo esos lechos y actualmente no hay un mecanismo con-
sensuado para resolver esto. Otro efecto de las catástrofes es
la tragedia de ver morir a un padre, abuelo o hermano que
desaparece totalmente bajo un alud o un tsunami de fiordo,
un fenómeno que no aparece en los manuales del SHOA, por
ejemplo. La situación de cónyugues y familiares sobrevivien-
tes suele ser un calvario aparte cuando se trata de legalizar
una herencia de ganado o terrenos. En ese momento se vuelve
pertinente el aporte de expertos del derecho como parte de
ese combinado académico.
El abogado Julián Cortés, asesor jurídico del Departamento
de Geofísica y del Programa de Riesgo Sísmico, también es
parte de la Cátedra de Riesgos Socionaturales y agrega que
el desborde de los ríos Copiapó y el Salado en marzo pasado,
arrastró también cualquier vestigio de escrituras de terreno
bajo ese lecho. “Actualmente no hay un mecanismo consen-
suado para resolver esto. Otro efecto de estas catástrofes es la
tragedia de ver morir a un padre, abuelo o hermano que des-
aparece totalmente bajo un alud o un tsunami. La situación
de cónyuges y familiares sobrevivientes suele ser un calvario
aparte cuando se trata de legalizar una herencia de ganado o
terrenos, por ejemplo”, explica sobre la pertinencia del aporte
de expertos del derecho como parte de ese combinado acadé-
mico que traduce el idioma de las ciencias a políticas públicas.
HISTORIAS DE TERROR
Tras la lluvia de ceniza, arena y roca en Chaitén el 2008, po-
cos volvieron a los caseríos que el río Blanco no arrojó al mar.
Otros se quedaron en Santa Bárbara, a 10 kilómetros de dis-
tancia de sus hogares, donde fueron enviados por el gobierno
sin consulta previa.Entre los que no volvieron se cuentan varios
integrantes de la familia de Rosa González, sobreviviente y re-
presentante de los desalojados de Chaitén. Su mamá murió de
cáncer poco después del traslado y su hermano se suicidó lan-
zándose desde una
barcaza al mar tras
ser desarraigado de
su historia, según
los registros del CIVDES posteriores a esa catástrofe. “Aquí a
nosotros no nos hizo daño la naturaleza, sino que el Estado chi-
leno, porque no se hubiera desbordado el Río Blanco si hubiesen
actuado y enrocado el caudal”, lamenta la mujer que recuerda que
esperaban información oficial de las autoridades que recorrían la
zona, mientras los militares apostados en la zona murmuraban:
“váyanse, que viene el dique”.
“La acción del Estado se ha detenido en respuestas fisicalis-
tas como reponer puentes o repartir soluciones de vivienda e
infraestructura, algo importante también, pero que no inter-
viene en daños mayores como los que afectan la psiquis de las
personas”, estima el profesor Tapia sobre un aspecto insospe-
chado, pero fundamental.
El fotógrafo independiente Juan Vargas Torres se especializa
en el registro de estas catástrofes y ha disparado su cáma-
ra durante y después de la inclemente lluvia de cenizas del
Caulle, del tsunami de Constitución y Talcahuano y recien-
temente en los incendios de Valparaíso y los anegamientos de
Copiapó, que compiló en los ensayos “Los jóvenes del terre-
moto”, “Los dioses están furiosos” y “Los jóvenes del fuego”
que han sido expuestos en la Plaza de la Constitución.
Vargas cree que la principal debilidad son esas lagunas en la me-
moria colectiva, principal foco de su crítica fotográfica. Su gene-
ración sub 50 lleva en el ADN lecciones como ponerse bajo el
marco de la puerta en caso de sismo,arrancar a las alturas en caso
de tsunami o practicar la operación Deyse. “Sin embargo, son
cosas que nunca nos dijo un científico o una autoridad, sino que
es memoria colectiva. Actualmente, la gran población no tiene
actualizados esos conocimientos y tampoco se ha formalizado
su enseñanza. Eso cuenta como un riesgo socionatural”, asegura.
Entre los testimonios que recogió para sus retratos del 27F re-
cuerda que en Duao (que en mapudungún significa “asunto pen-
diente”) se vivió esa
falta de norma y
preparación cuando
en plena huida al
En Iloca, Vargas conoció familias que quemaron lo que quedó de sus
casas, sin tiempo de buscar documentos, fotografías u otros enseres
al extenderse el rumor de que el Estado sólo iba a donar casas de
emergencia sólo a quienes habían perdido todo.
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El Paracaídas / Nº 10 / Agosto 2015