36
El Paracaídas / Nº 4 diciembre 2014
-Y
o estoy convencida de que después de escribir
este libro no voy a poder volver a entrar nunca
más a Israel. O por lo menos no por ahora- dice
Lina Meruane (1970), escritora chilena radica-
da en New York, profesora en la NYU, autora de “Volver-
se Palestina”, un libro dividido en dos: la primera parte es
una crónica biográfica que narra el despertar de su interés
por descubrir sus raíces familiares y el viaje que emprende a
Israel; la segunda es una crónica-ensayo de la investigación
teórica que realiza sobre el asunto palestino-israelí.
-Si ya fue difícil ir la primera vez, no habiendo ni dicho la
palabra Palestina, después de todo lo que he escrito, -que es
una posición que a mí me parece razonable, pero no le parece
razonable a todo el mundo- yo creo que ese volver quedó a lo
mejor imposibilitado por un buen tiempo.
Las dificultades de las que habla Meruane están detalladas
en su crónica. Comenzaron ya en el aeropuerto de Londres,
cuando la apartaron, encerraron en una pieza de interrogato-
rio, obligaron a desvestirse para explicar el aparato para dia-
béticos que portaba.
El episodio del aeropuerto, cuando te interrogan, es una par-
te bien violenta de tu libro. ¿Fue en ese momento cuando
empieza tu identificación como palestina?
-Sí. Lo que yo descubrí en este libro, en el proceso de
investigación, viajes y escritura, es que nunca me había
puesto a pensar en mi lado palestino. Porque uno vive sus
identidades, no las piensa. Pero también porque no había
sufrido ningún tipo de discriminación. Pero entre que Es-
tados Unidos es un aliado muy poderoso de Israel, y que
para la caída de las torres gemelas hubo ese momento en
que yo sentí claramente que se estaban buscando culpa-
bles y que los culpables éramos los palestinos. Más allá
de ninguna otra consideración, la televisión planteaba una
especie de tesis visual que eran los niños palestinos cele-
brando y Yasser Arafat dolido pero un poco sobrepasado.
Tiene todo que ver con la alianza y el apoyo de Estados
Unidos a Israel. Y con el hecho de que Israel se considera
el único aliado y les importa mucho ese lugar del mundo.
Yo ya había detectado eso. Pero cuando entré a Israel lo
sentí de una manera casi física, el reconocimiento de ser
palestina por encima de chilena y me identifiqué desde
un lugar muy político porque además me mandaron a una
pieza chica, vi a otros jóvenes palestinos. Lo que sí es que
esa escena que es muy violenta en el libro, que tiene mu-
chísima intensidad y yo quise que fuera así, porque fue un
momento de una violencia para mí brutal.
“Hay una especie de
comodidad en el no querer
pensar en lo político,
pero eso significa no
pensar en mucha gente,
en muchos problemas,
en muchas cuestiones
que son realmente muy
importantes, no solamente
en Palestina sino
también aquí en Chile”
