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obras nacionales y las iniciativas musicales

en el país. La iniciativa era inédita en La-

tinoamérica. Por primera vez un Estado se

hacía cargo directamente de la creación de

una institucionalidad artística de carácter

nacional que diera un espacio a los músi-

cos, compositores y bailarines nacionales.

Fue el primer paso. Luego vendría el

Teatro Experimental en 1941, el Museo

de Arte Popular Americano en 1944 y

finalmente el Museo de Arte Contem-

poráneo en 1947. Francisco Brugnoli,

director del Museo de Arte Contempo-

ráneo, los llama “los años dorados” de

las artes en Chile. “Los cuerpos estables,

los museos, los institutos… esos fueron

la primera institucionalidad cultural del

país”, recuerda. Es la era de la extensión

universitaria, las Escuelas de Tempora-

da (que recién en 2015 recuperaron su

carácter regional después del corte de la

dictadura) y también la era de ser el mo-

tor -Universidad y Estado- del desarrollo

artístico y cultural de la nación.

La Orquesta y el Coro:

compañeros de una vida

Fue un martes 7 de enero de 1941 en el

Teatro Municipal de Santiago. Ante un

lleno total, Domingo Santa Cruz, Deca-

no de la Facultad de Bellas Artes de la

Universidad de Chile y presidente del

flamante Instituto de Extensión Musical,

pronunciaba las palabras que precede-

rían a la primera función de la Orquesta

Sinfónica de Chile: “el Instituto y su Or-

questa serán un remanso en el que todos

los músicos tendrán confianza, la pales-

tra acogedora para estimular el trabajo

de nuestros creadores y la mano generosa

que habrá de tenderse en ayuda y apoyo

de los ejecutantes y los profesionales de

la música en general”.

Desde su inauguración, la Orquesta estu-

vo al mando de Armando Carvajal hasta

1947, cuando se hace cargo el maestro

Víctor Tevah. Para ese entonces el IEM

ya había pasado a estar bajo la tutela de

la Universidad de Chile y la Orquesta

Sinfónica se había hecho de un nombre

a nivel nacional e internacional, lo que

llevó a personalidades como Leonard

Bernstein, Herbert von Karajan e Igor

Stravinsky a dirigirla.

Luis Alberto Latorre, pianista titular de

la Orquesta y reciente ganador del Pre-

mio a la Música Nacional Presidente de

la República, lleva 26 años en la agru-

pación. Mirando al pasado, comenta que

las décadas del ‘50 y ‘60 fueron funda-

mentales para el desarrollo musical de la

Orquesta, pero que ésta ha cambiado: “el

sonido y el trabajo de la Orquesta Sinfó-

nica han ido aumentando en calidad en

un gran nivel. Es cierto que antes hubo

directores célebres que pasaron por acá,

pero creo que el nivel de la Orquesta

ahora es muy distinto, se ha ido profesio-

nalizando cada vez más”.

Misma suerte ha corrido el Coro Sinfóni-

co y las cien voces que lo componen. Fue

fundado sólo cuatro años después que la

Orquesta, siendo su primer director Ma-

“Es un mérito que estas

instituciones todavía

existan y que estén bajo la

tutela de la Universidad de

Chile, lo que les ha permitido

esa proyección y desarrollo,

porque acá están protegidos

dentro del ámbito público, en

un ambiente comprometido

con el desarrollo intelectual,

científico y social del país”,

reflexiona Diego Matte,

director del Ceac.

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P.P. / Nº4 2017