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re consumir más del mismo opio que les están dando y nos

tienen verdaderamente idiotizados. Exagerando el tema de la

delincuencia al infinito. Es de una morbosidad, realmente han

jugado un rol muy perjudicial para el país.

Hay una manipulación del lenguaje también, de acotar-

lo, reducirlo.

-Y la vulgaridad en el lenguaje realmente nos empobrece

como personas. Es el lenguaje el que crea realidades, el que

nos enriquece, nos hace ser sociedad. Por el hecho de comu-

nicarnos, escribir, vamos construyendo una inteligencia glo-

bal, que va más allá de la inteligencia o la conciencia de las

personas; es una conciencia global. Y eso se hace a través de

la comunicación.

Como reciente Premio Nacional, ¿cuál crees que es el rol de

los intelectuales públicos, de la Universidad de Chile como

institución también, al debate de las ideas en este país?

-La Universidad de Chile tiene un gran pasado en la construc-

ción de la república, tiene un muy buen presente, pero tiene un

tremendo desafío para el futuro, porque está enfrentada a una

competencia tremenda con las universidades privadas, que co-

rren con ventaja. Porque no tienen que pasar por mercado pú-

blico, por Contraloría, por Ley de Transparencia. El desafío que

tiene la Universidad de Chile es mantenerse siendo un bastión

del pensamiento crítico, de la razón, para construir un país me-

jor. Yo creo que la U. de Chile tiene el pasado que la avala para

emitir opiniones que pueden contribuir mucho al desarrollo del

país, tiene muchos premios nacionales, tiene muchas publicacio-

nes. Ahora, hay que ser realistas: la Universidad de Chile está en

el lugar más o menos 500 de los rankings de las universidades

internacionales. Si queremos ser un país inserto en la comuni-

dad global deberíamos estar entre las 200 mejores.Tenemos que

hacer un tremendo esfuerzo para apoyar a la Universidad, y esa

ha sido una deuda de la Concertación, desde la recuperación de

la democracia no se ha visto un compromiso de financiamiento

basal con la U. de Chile. El financiamiento basal, los aportes

fiscales directos, son menos del 10 por ciento del presupuesto. Y

el 50 por ciento son los aranceles. Entonces cómo vamos a pre-

tender tener una universidad entre las 200 mejores del mundo,

si el Estado, que es el dueño, ni siquiera se compromete con el

mínimo financiamiento.

“Tenemos que tener una sociedad culta científicamente, ojalá con una comunidad científica mucho más vigorosa

que la que tenemos hoy en día, para poder ser parte de esa aventura por la cual el mundo transita”.