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Para convocar a las actividades, los ACU avisaban a través

de panfletos y afiches, o de tarjetas de cartón que se pasa-

ban de mano en mano. Remis Ramos dice que se hicieron

cientos de tarjetitas, con recortes de revistas o hechas a

mano y fotocopiadas.

Entre los archivos hoy recuperados hay afiches con imáge-

nes de Violeta Parra, de Quilapayún y mucho de la cultura

de la época pre golpe de Estado. También está el primer

organigrama de la ACU, con Jorge Rozas como presidente y

el actual ministro de Educación, Nicolás Eyzaguirre, como

encargado de relaciones públicas, además de la colección de

la revista oficial de la ACU, La Ciruela, y muchas publica-

ciones que salían de los talleres culturales. Remis Ramos

aportaba a las ediciones con sus fotografías y el año ‘81 llegó

a ser el encargado de la sede Macul.

-Por ahí nos conseguíamos algún funcionario que era procli-

ve a la organización y nos sacaba fotocopias, o nos imprimía

en sistemas de mimeógrafo cosas. Muchas veces arriesgando

su cargo- dice Ramos.

Los ACU organizaban el pegado de afiches en árboles, sa-

biendo que detrás de ellos venían los agentes de la dictadura

sacándolos. Y detrás de ellos, otra vez venía la ACU volvien-

do a pegarlos. “Siempre se consideraba que había que pegar

los afiches que habían sacado los sapos”, dice Ramos.

Para el año 1980, que fue el más alto de la ACU, la Uni-

versidad de Chile tenía unos cien talleres culturales fun-

cionando en las distintas sedes. Remis Ramos tomó un

taller de fotografía donde eran quince inscritos. Haciendo

el cálculo, estima que había unas dos mil personas partici-

pando activamente.

-Y eso era lo estrictamente ACU, porque había un universo

de gente que eran los que participaban de presencia. Traba-

jábamos todos los días y fines de semana. No descansába-

mos. Estudiábamos, pero entremedio del estudio hacíamos

un dibujito y ese dibujito se convertía en algo y salía a rodar.

Conversábamos con los profes, los funcionarios, los integrá-

bamos. La verdad es que fue un movimiento estudiantil en

medio de un oscurantismo, que fue real- recuerda Ramos.

LA ACU PROHIBIDA

Las reuniones de la ACU se hacían casi siempre en el pasto

central del Pedagógico, en Macul, porque la Universidad sis-

temáticamente les negaba el préstamo de salas y demás de-

pendencias. Además, la institución, a través de la rectoría in-

tervenida militarmente, emitió decretos específicos en contra

de la organización “y de todas las actividades que no fueran

canalizadas a través de la federación de estudiantes que ellos

inventaron, la Fecech –Federación de Centros de Estudiantes

de la Chile, cuyo primer presidente fue Pablo Longueira-,

llena de recursos”, dice Ramos.

Todos esos documentos también forman parte de este archi-

vo recuperado, junto con notas de prensa de medios como El

Mercurio, que denostaban a la ACU.

Pero ninguna de esas estrategias logró debilitar al movimien-

to; al contrario, lo incentivó.

-Estos boicot que generaron para destruir a la ACU nos ha-

cían cada vez más grandes. Y además todo el mundo se ente-

raba. Éramos bien bandidos y se nos ocurrían miles de cosas

para hacer- se ríe Ramos.

La ACU organizó festivales de música en el teatro Caupo-

licán y lo llenaban en cada ocasión, en una época en que re-

pletarlo de gente era una aventura que significaba sobre todo

mucho riesgo personal.También se tomaron los campus para

hacer encuentros de música y teatro. Los que hicieron en el

Pedagógico se llenaron. La Universidad les cortaba la luz

para boicotearlos y ellos se las ingeniaban para tener sistemas

de emergencia y seguir. Cada vez llegaba más gente y eso le

quitaba el miedo a los jóvenes a participar.

-No había una cosa condescendiente ni temerosa. Éramos

bien audaces en realidad- dice Ramos.

Esa audacia, ahora, está alojada en el Archivo de los estudian-

tes de la Chile. El Archivo Fech, reconoce Claudio Ogass,

tiene muchos vacíos. “Y los documentos que están acá guar-

dan silencio, la idea es transformarlos en palabras a cargo de

sus protagonistas, aprovechando que están vivos”, dice.

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El Paracaídas / Nº 8 junio 2015