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Nº 8 junio 2015 / El Paracaídas

Considerando que el financiamiento

basal a las universidades estatales re-

presenta menos del diez por ciento de

sus recursos totales, ¿cómo repercute

esto en el quehacer universitario, par-

ticularmente en una universidad esta-

tal de región como la UNAP?

-En una universidad estatal como la

UNAP en realidad cubre muchísimo

menos que el diez por ciento y eso en

parte explica el por qué las universida-

des estatales de regiones han iniciado

procesos muy agresivos de crecimiento

y han tenido un comportamiento si-

milar a algunas universidades privadas.

El sistema de retribución del Esta-

do a las universidades estatales o del

CRUCH en general por productivi-

dad académica y científica, aunque

me parece muy importante, creo

que no es suficiente. Hay que hacer

un cambio más profundo: se tiene

que repensar a las universidades del

Estado nuevamente. Hay que for-

talecerlas, pero no solamente en lo

financiero. El problema no pasa por

más dinero solamente, sino que pasa

también por discutir

el papel de las uni-

versidades del Esta-

do en nuestro país.

Espero que la Uni-

versidad de Chile

lidere eso y no haga

una separación entre

esta universidad que

está en la capital con sus ex sedes que

están en regiones, que se vuelvan a

mirar y no se miren como rivales.

¿Cómo puede darse eso?

-Hay que empezar a tener una mi-

rada más universitaria, más universal.

Creo que lo que hemos perdido ha

sido el alma universitaria en Chile.

Toda esta gran promoción de uni-

versidades privadas con lógicas de

mercado también nos ha influido a

nosotros y eso ha apuntado a destruir

el alma de lo universitario.

La universidad en lo esencial sigue

siendo la misma institución donde se

desarrollan las artes, las ciencias, las

humanidades, las ingenierías, etc., con

un propósito, en primerísimo lugar,

espiritual, y en segundo lugar, de de-

sarrollo de una región o país. Por qué

si tenemos claro eso seguimos viendo

a la universidad como una unidad de

negocio, seguimos viendo a las uni-

versidades como un gremio, como una

cofradía, como cualquier cosa menos

como lo que es.

Esta lógica de la competitividad.

-Hay que rescatar el ethos universi-

tario y empezar a ver cuáles son los

valores que lo deben motivar. Me pa-

rece que hemos reemplazado algunos

valores esenciales de la universidad

por otros que vienen de fuera y que

nos están tomando por asalto. Por-

que este país es lo que es gracias a la

educación y a la educación pública en

particular. Si no hubiese sido por la

educación pública, tanto a nivel pri-

mario, secundario como universitario

y técnico, estaríamos realmente en

una situación muy diferente, y eso hay

que retomarlo.

LA MEMORIA DEL DESIERTO

El imaginario social que se ha cons-

truido respecto al desierto, explica el

profesor González, lo define como

un lugar vacío e inhóspito. “Hace un

tiempo participé de un proyecto donde

analizamos lo que se decía en los textos

escolares respecto del desierto y uno se

encuentra con cosas muy sorprenden-

tes”, dice. Es una visión muy distinta

a la que tienen de su

territorio los hom-

bres del desierto de

Atacama, el más ári-

do del mundo.

“No es lo mismo de-

sierto que pampa” –

enfatiza- “porque la

“Ya no es factible pensar en una fragmentación del territorio,

pero sí aumentar la integración con Bolivia y con todos los

países latinoamericanos y esa integración va a resolver este

tipo de problemas del siglo XIX. Tenemos que ser más creativos

para ir pensando cómo Bolivia puede tener un acceso al mar”.