Background Image
Table of Contents Table of Contents
Previous Page  20 / 56 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 20 / 56 Next Page
Page Background

18

El Paracaídas / Nº 8 junio 2015

ción compulsiva de Tarapacá” (2004),

y “Hombres y mujeres de la pampa.

Tarapacá en el ciclo de expansión del

salitre” (2002), entre otras obras.

En su oficina en la Universidad Arturo

Prat de Iquique (UNAP), González

conversó con

El Paracaídas

sobre su

filiación con el norte, donde sus ha-

bitantes a pesar de las condiciones

adversas que ofrece el desierto, aman

profundamente su territorio.

-Por eso estoy aquí. No porque encon-

tré un espacio laboral que no pueda

encontrar en ninguna otra parte, sino

porque quiero estar aquí y poner en

relieve a esta región, a todo el norte

grande y su gente. Me parece que los

que nacimos en regiones tenemos un

compromiso, aunque vivamos en otra

parte del planeta- asegura.

¿Cómo evalúa el proceso de reforma

educacional?

-Alcancé a estar en la universidad que

era gratuita. Chile era un país más po-

bre y teníamos universidad gratuita.

Hoy día se supone que es un país más

rico y tenemos una universidad pagada,

por lo tanto soy un firme partidario de la

reforma educacional. Yo le mencioné al

señor ministro de Educación cuando me

llamó que recordara lo que fue para Chi-

le la Ley de Instruc-

ción Primaria Obli-

gatoria presentada al

Congreso Nacional

en 1900. Bloquearon

la ley por décadas

con argumentos muy

parecidos a los que

se han escuchado en

Chile en estos años:

que el Estado no se puede meter en la

decisión privada de las familias. ¡Por fa-

vor! Los niños chilenos no tenían acceso

a la educación.

Y esa ley cambió a este país. Si uno

piensa, si esa ley de hubiese promulgado

en 1900 y no veinte años después, hu-

biésemos tenido cuántas generaciones

de jóvenes y de niños mejor educados,

de profesionales que no tuvimos. Chi-

le hubiese sido un país mejor, pero por

razones religiosas, pecuniarias o las que

sean, hubo gente que se opuso.Creo que

también eso va a ocurrir cuando esta ley

ya sea promulgada, nadie se va a imagi-

nar que hubo gente que se opuso.

¿Cómo fue su paso por la universidad

pública?

-Yo llegué muy asustado a Santiago

y no me fue muy bien el primer año;

además eran tiempos difíciles porque

fue el año del golpe de Estado. Estu-

dié Sociología y me ofrecieron cam-

biarme a otra carrera. Estuve a pun-

to de irme a Economía, pero hubo

un momento muy especial. Cuando

prácticamente no había alumnos

ayudantes, me pidieron serlo y eso

fortaleció mis confianzas como es-

tudiante. Eso es lo que yo le llamo

“un don”, que no es tan importante

para el que lo da, sino que para el que

lo recibe, quien se lo debe entregar a

la generación que viene. He hecho

eso con mis alumnos cuando los es-

cojo como ayudantes y los apoyo en

su carrera académica, reforzando su

confianza. Imagínese usted cuántos

alumnos de una universidad de re-

gión, alejada como ésta, donde sus in-

dicadores de investigación son bajos,

pueden tener la oportunidad de ser

ayudantes de un proyecto Fondecyt,

por ejemplo. Se le abre una puerta de

oportunidad a estos jóvenes que bajo

otras circunstancias sus posibilidades

serían mucho más bajas porque aquí

no abundan los profesores que ganen

proyectos. Así se les dice a los jóve-

nes que sí es posible, que tienen po-

sibilidades de seguir estudiando, de

ganar las becas de mayor exigencia y

estudiar donde sus sueños indiquen.

Creo que abrir la posibilidad es un

paso muy importante.

“El problema no pasa por más dinero solamente,

sino que pasa también por discutir el papel de las

universidades del Estado en nuestro país”.