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Angelo Castruccio

estima que en nuestro

país hay, incluso

haciendo cálculos

optimistas, menos

de veinte expertos

en volcanología.

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El Paracaídas / Nº 6 abril 2015

preventiva, pero eventos como el de Chaitén, en 2009, son

capaces de producir daños permanentes a las personas y los

animales. Sin embargo, Castruccio no se pierde y entiende

que su investigación tiene un fuerte componente social. “A

todos, como geólogos, nos gusta ver estos espectáculos de la

naturaleza, son fascinantes, pero también hay que tener claro

que tenemos una responsabilidad con la sociedad. Porque el

estudio cientí"co, aunque sea estudio cientí"co puro, igual

tiene siempre una aplicación práctica”.

Y esa aplicación es contribuir a llenar los vacíos de una cien-

cia que siempre se alimenta de retazos. “El trabajo típico

del geólogo es ver un poco las rocas, los depósitos que hay, y

esas rocas y depósitos nos cuentan un poco la historia de lo

que sucedió anteriormente. La oportunidad de observar una

erupción puede aportar muchos datos que son importantes,

porque la geología tiene siempre ese problema: nosotros ve-

mos pistas, es como que nosotros podemos saber cómo fue

la historia que nos cuenta el libro y tenemos un par de hojas,

y a partir de ese par de hojas tenemos que deducir toda la

historia del libro. Es difícil. Entonces hay múltiples solucio-

nes a las pistas que nosotros tenemos. Mientras más pistas

tenemos, más podemos acotar el problema”.

CONVERTIRSE EN VOLCANÓLOGO

Angelo Castruccio es un bicho raro, pero no en el mismo

sentido que lo cree su padre, que, bromea el hijo, sigue cre-

yendo que los cientí"cos son un grupo de viejos sabios que

tirándose la barba hablan sobre ciencia todo el día. El pro-

fesor de la FCFM es una rareza por el escaso número de

volcanólogos que hay en Chile. Castruccio estima que en

nuestro país hay, incluso haciendo cálculos optimistas, menos

de veinte expertos en volcanología.