186
tuvo un impacto tan importante. En cierto sentido, esto pudiera parecer obvio: lo que
debiera importar en torno a la tolerancia es lo que uno cree –la adscripción- y no si se
cumplen los ritos o no. Pero lo que muestra esta situación, y esto es algo menos obvio, es
que entonces pareciera que las creencias no necesariamente necesitan de un soporte ritual.
En torno a las variables que sí tienen una relación importante con la tolerancia –educación,
GSE, edad, religión, identificación política- nos encontramos en general con un panorama
‘esperable’: las personas de mayor educación, de mayores ingresos, más jóvenes,
agnósticas o ateas , de izquierda tienden a ser más tolerantes. En esto no hay mayor
novedad. Aunque las razones por las cuales estos grupos son los más tolerantes pueden ser
distintas, en el caso de los ateos quizás porque mantienen una creencia que no tiene un
absoluto; en el caso de los jóvenes porque pertenecen a un grupo ‘socialmente’ minoritario
y por tanto la tolerancia les es útil, las personas de mayor educación porque se ven
expuestas a un mayor número de posiciones distintas etc, el caso es que todas estas
asociaciones parecen repetirse en muchos de los estudios dedicados a este tema.
Lo que aparece como interesante es el peso distinto de las variables asociadas. Porque si
bien es cierto que tanto educación como ingresos estuvieron asociadas con tolerancia, es el
caso que educación tuvo una asociación más importante. O para decirlo de otro modo, que
marcó una diferencia más grande. Y la identificación política y la religiosa tuvieron al
menos asociaciones tan importantes como GSE o ingreso. Y lo que tienen en común estas
variables es su carácter socio-cultural más que específicamente socio-económico o socio-
demográfico. Para una sociedad en la que normalmente el GSE aparece siempre como la
variable más importante, no deja de ser interesante que las variables socio-culturales
tengan una importancia similar, y en el caso de educación, claramente una importancia
superior. Esta importancia central de las variables socio-culturales puede no parecer tan
relevante una ves que observamos que estamos hablando de una dimensión –como la
tolerancia- claramente cultural, pero por otro lado no deja de ser relevante que al menos en
algunas dimensiones no sea la situación socio-económica el aspecto central de la
diferenciación social.
El segundo aspecto que quisiéramos hacer notar en relación a la distribución social de la
tolerancia es relativo a la forma en que se distribuye la información en cada ítem o en cada
sub-escala. Porque aunque puedan ser el mismo promedio, no representan la misma
situación social una distribución concentrada en el medio, otra que esté polarizada en lo s
extremos o una distribución uniforme. Y además, en este caso particular, encontramos una
situación de interés:
La distribución de los ítems en general siguió una distribución en U: concentrándose la
mayor parte de las personas en las alternativas extremas. Pero la escala de tolerancia en
general –y varias de las subescalas- muestran una distribución más ‘normal’: concentrada
en las posiciones centrales. ¿Cómo puede ser entonces que las posiciones menos comunes
para cada ítem –las centrales- aparezcan como las mayoritarias en relación a toda la escala?
En general, existen varias formas de que el promedio de una persona esté en las posiciones
centrales: En primer lugar, que siempre haya contestado en esas posiciones. En segundo
lugar, que haya contestado en un extremo para algunas preguntas y en otro extremo para
1...,176,177,178,179,180,181,182,183,184,185 187,188,189,190,191,192,193,194,195,196,...201