Arte en la Chile - N°10 - page 4

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Arte en la Chile
Revista de la Facultad de Artes
REPORTAJE
Una vida en el arte
“A
los cinco años yo sabía que estudiaría en la Es-
cuela de Bellas Artes. Mis padres, él escultor y
ella pintora, me lo dijeron cuando vieron mis pri-
meros dibujos, y a mí me pareció que era un regalo porque
desde que tenía esa edad que corría por los pasillos de lo
que hoy es el Museo de Arte Contemporáneo”, recuerda Pa-
tricia Vargas, artista y académica del Departamento de Artes
Visuales que creció vinculada al mundo del arte, viendo a su
padre trabajar en su taller de escultura y a su madre pintando.
No es fácil dedicarse al arte, mucho menos en Chile, donde aún no existe un
desarrollo tal que permita dar oportunidades a los artistas que a la vez sean opciones
laborales serias y bien remuneradas. Esta realidad no es una incógnita para nadie,
sin embargo, y a pesar de lo adverso que pueda resultar el camino, diversas personas
continúan optando por dedicarse de modo profesional al arte. ¿Qué los motiva?
¿Cómo surge ese deseo? A continuación ocho testimonios del más puro amor al arte.
Por Isis Díaz, Gabriela González y Macarena Montes
Fotografías: gentileza de los entrevistados
Ésa era la cotidianidad de esta mujer que a los 16 años dejó
su colegio para continuar sus estudios en el Instituto de Es-
tudios Secundarios de la Universidad de Chile (Isuch) en las
mañanas y en las tardes trasladarse a la Escuela de Bellas
Artes. “Entrar a la Escuela fue la felicidad más grande que he
tenido. Tu única exigencia era ir a clases de dibujo, a clases
de pintura. Fueron años maravillosos”, añade esta artista que,
una vez terminado sus estudios, se alejó de la Escuela de Be-
llas Artes para volver como ayudante algunos años después,
iniciando así su carrera docente en la Universidad de Chile.
También los 16 años fueron decisivos para Macarena Cam-
pbell. Tras participar desde la infancia en talleres de dan-
za en el Teatro Municipal, la actual bailarina y académica
del Departamento de Danza determinó que se dedicaría
de modo profesional a esa disciplina. “Para mi familia era
más bien una actividad extra programática, nunca una
posibilidad de profesión. Por eso cuando vieron que que-
ría entrar al Conservatorio fue complejo, y después, cuan-
do decidí irme a Europa, fue peor porque era una opción
demasiado radical para ellos”. Ahí no sólo descubrió la
danza contemporánea, sino también nuevas formas de
relacionarse con su cuerpo que la llevaron a cuestio-
nar aún más la forma en que había sido formada en Chile.
“Veía a mis compañeras acá en Chile con problemas de sa-
lud, anorexia. No sólo me pasó en el Municipal sino que acá
en la Chile también, pero yo tenía esa lucidez por el apoyo
familiar con que contaba. Me dije que este no era el mun-
do que quiero, así que decidí buscar rumbo en otros la-
dos, buscar otra alternativa para llegar a la danza”, explica.
Hoy, ya con una camino recorrido en la danza, Macarena Cam-
pbell declara: “Para mí, estar aquí es revindicar mi manera de
ver el aprendizaje en danza, que puede ser de otra manera
porque efectivamente hay cosas más relevantes que el peso
de quienes lo practican. La danza es estar en un espacio de
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