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El giro travesti

Cruzando el estereotipo, Casas se inter-

nó en el Amazonas para la performance

Ese’eja

y sus estrategias de transformación

giraron. “Pedro Lemebel y yo trabaja-

mos el travestismo como una forma de

enfrentarse a los poderes”, como cuan-

do, durante la proclamación de Patricio

Aylwin como candidato a la presidencia

de Chile para encabezar la transición,

desplegaron el lienzo “Homosexuales

por el cambio”, “una forma violenta en

ese tiempo de visualizar un cuerpo que

estaba oculto”. Era una forma de mani-

fiesto en una época que requería esa ha-

bla. Pero el travestismo, dice, “hay que

llevarlo a otros lugares” y se fundamenta

en la tesis de la simulación que hay, por

ejemplo, en

Ensayos Generales sobre el Ba-

rroco

, de Severo Sarduy.

“El travestismo va ahora en otros cuerpos,

cuerpos menos garantizados, como el de

los indígenas o en las migraciones; me

preocupan los temas ecológicos, que son

temas políticos, críticos”. En ese contexto,

esta performance se conecta con el hecho

de que grandes territorios del Amazonas

están siendo devastados por la minería

formal e informal. “Toda la minería in-

formal, ilegal, financiada por las grandes

mineras, está devastando, por los relaves,

la selva entera; es lo mismo que pasa en

Chile. Yo llamo un poco la atención sobre

eso y su impacto en la contaminación del

agua, las especies nativas y los humanos

que van desapareciendo. Para eso yo me

relacioné con tribus no contactadas. Tuvi-

mos que pedir muchos permisos para ir a

ese viaje. A medida que vas bajando ves el

río contaminado entero y ves lo que pasa

con sus habitantes”.

Por eso quiso travestirse en esos cuerpos,

como el del indio yanomani, de Juan

Downey, que da vuelta la cámara y por

eso sigue travistiéndose, pero esta vez

desde ese lugar. “Yo doy vuelta la cáma-

ra; yo ya me vestí de mujer y hoy eso no

tiene ningún sentido, porque hay que

hacerse la pregunta sobre de qué tipo de

mujer te estás vistiendo, de la tonta, la de

clase alta, la llena de joyas, la explotadora

del mismo hecho de ser mujer que trai-

ciona su propia femineidad, la burguesa

detestable. Entonces el travesti ocupa ese

lugar común y es hora de cuestionarlo.

Yo doy un poco vuelta la tuerca y mi tra-

vestismo es hacia atrás, atrás, atrás”. Tan

atrás como pudo llevarlo la ayahuasca al

finalizar el viaje en la balsa río abajo.

“¿Por qué nadie se viste de Aretha

Franklin?”, se pregunta mientras sigue

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Nº2 2016 / P.P.