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desde un feminismo gordo, lésbiko, anti-

kapitalista & antiespecista”, Camila Va-

llejo, Jeanette Hernández, espejeada con

Medea, quien asesinó a uno de sus dos

hijos y al otro dejó con graves secue-

las. Las mujeres son también prota-

gonistas del capítulo “El Huemul”,

esta vez desde la militancia al mo-

vimiento feminista, destacando las

figuras y escrituras de Gabriela Mis-

tral y Marta Brunet. “El Canelo”,

por su parte, aborda a intelectuales

como Nelly Richard, Julio Ortega,

Francine Masiello, Pedro Lemebel,

Nicanor Parra, Carlos Droguett,

Méndez Carrasco, Margo Glantz,

Néstor Perlongher, Samuel Beckett,

Toni Negri.

El segmento “La Nutria”, por su par-

te, se aproxima a producciones lite-

rarias en su mayoría chilenas, como

la obra dramatúrgica de Alejandro

Moreno:

La amante fascista

, la no-

vela

El discípulo

de Sergio Missana,

los relatos

Hasta ya no ir y otros textos

de Beatriz García Huidobro,

Locuela

de Carlos Labbé,

Espectro familiar

de

Nicolás Poblete,

El cofre

de Eugenia

Prado,

Alias el Rucio

de Mónica Ríos,

Av.

Independencia

de Rubí Carreño,

Literatu-

ra de inmigrantes árabes y judíos en México

y en Chile

de Rodrigo Cánovas.

“El Erizo Marino” es un capítulo particu-

lar. Recorre espacios y lugares de Buenos

Aires en los años 2000-2003, cuando “se

precipitaba la crisis político-económica”

para luego instalar un conjunto de figuras

públicas, en más de un caso, ligadas a su-

cesos execrables. Surge así la crónica sobre

la inminente llegada de Piñera a la presi-

dencia del país, luego un rotundo análisis

a la Concertación y su derrota para luego

continuar con el terremoto del 2010 asu-

mido “como espectáculo” y la figura de

Karadima. Posteriormente, Eltit nos de-

volverá a la insurgencia y su contraparte,

remitiéndose a los movimientos sociales,

la responsabilidad social que excluye y

construye a sus marginados. Surge así el

“Cisarro”, el niño violentado por la prensa

y la justicia, luego el juicio a los mapuche

en Cañete el año 2011, para cerrar con el

diálogo entre la autora y el líder mapuche

Héctor Llaitul.

Finalmente, los capítulos “El Ciruelillo”

y “El Martín Pescador”. El primero se re-

mite a la acción política del Colectivo de

Acciones de Arte, CADA, la producción

artística de Lotti Rosenfeld, Paz Errázuriz,

Malú Urriola y, el segundo y final del li-

bro, conformado por tres entrevistas a la

autora y una conferencia de su autoría

presentada en el Congreso Internacional

de Literatura y Derechos Humanos rea-

lizado en Milán el año 2015, donde El-

tit realiza una particular y enriquecedora

ruta sobre el origen de dos de sus obras de

no ficción fundamentales:

El Padre Mío

(1989) y

El infarto del alma

(1994).

Eltit ha sido tenaz en su preocupación

por visibilizar al otro, preguntarse por la

inscripción de esa otredad en un orden

de exclusión; por lo mismo, este volu-

men se aboca a dar cuenta del ejercicio

del poder, de su función transhistórica

en tanto silenciar, violentar la diferencia

y alimentar la desigualdad en sus diver-

sas manifestaciones. Lo anterior permite

a la autora abocarse al espacio literario

chileno, tipificado como “un reducto

masculino”. Sin embargo, es preci-

samente la práctica literaria, donde

es posible exponer un pensamiento

crítico; esto implica la afirmación

de una literatura que rechaza la au-

tonomía, de un compromiso auto-

ral que se niega al arrinconamiento

y la falacia de una literatura inma-

nentista. En última instancia, Eltit

se refiere nada más y nada menos

que a la función política del sujeto

autoral y a la escritura como un ac-

tivismo que, en el caso de la mujer,

confronta además al patriarcalismo.

La reflexión sobre la situación de

la mujer ocupa un sitio preferente

en este libro, que nos habla de su

posición lateral, prescindible en la

hegemonía masculina dominan-

te. Rechazando todo simulacro de

inclusión, funcional al poder, la

autora dice: “no podemos caer en

la ingenuidad”, apelando a la ins-

trumentalización de lo femenino

fetichizado, despolitizado, porque los

simulacros sólo desean anular al femeni-

no. El ejercicio de la violencia de género

constituye, de tal manera, un combate

unilateral que acontece desde siempre y

que hoy, con el feminismo

neoliberaliza-

do

, pretende cambiar capas externas para

dejar intacto el poder patriarcal.

Bellamente discrepante y tenaz en la po-

sible subversión del orden asignado al

subalterno es esta escritura de Diamela

Eltit.

Réplicas. Escritos sobre literatura,

arte y política

nos permite, al modo de un

manifiesto o una poética, comprender un

lugar, una trama, para evitar el desplome

y, por ende, el fin de la escritura. Resistir

se vuelve parte central de su política esté-

tica, una tarea compleja y desafiante que

otorga sentido a nuestro hacer reflexivo y

escritural, particularmente en un contexto

anclado al mercado y a la invisibilización

de la mujer.

P.22

P.P. / Nº2 2016