Arte en la Chile - N°9 - page 7

Arte en la Chile
Revista de la Facultad de Artes
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S
i se piensa que una pintada, un
grafiti
o una bre-
ve danza colectiva son formas que reenvían a je-
roglíficos trazados en cavernas, notas disonantes
que participan de un linaje milenario, enseguida se con-
cluye que el arte, sea lo que éste sea, no nació al ampa-
ro de especialistas, claustros e instituciones, sino en es-
pacios restados al curso rutinario de la vida organizada.
En ese sentido el arte siempre es callejero, en parte por-
que no conoce otro modo de aparición que no sea el de
su irrupción en un mundo al que no había sido llamado.
Esa irrupción es común que sea pro-
fana, cismática, discordante, no sólo
cuando discurre en las calles sino tam-
bién cuando lo hace en relación a su
propia tradición, pues casi todas las
prácticas artísticas que se precian de
tal suelen extraer su sello singular de
una alteración del uso custodiado de
los materiales que las precedían. Esos
materiales tenían una dirección, cum-
plían con una función, habían sido pen-
sados para determinada tarea, y aho-
ra han sido repentinamente desviados
de la misión que venían a consumar.
Por eso el nombre de un autor, un artista, una firma son
garabatos que muchas veces sobran o están de más.
¿Para qué van a estar allí esos nombres? ¿Para qué cuan-
do ellos mismos arriesgan convertirse así en materia de
jurisprudencia, de ley o responsabilidad civil? Esto signi-
fica que el arte, como la expansión de una idea, ha sido
en muchas ocasiones un hecho estrictamente impersonal
y anónimo, una actividad pública y sacrílega tras la cual
los hombres ocultaban (y ocultan) tanto el cansancio de
ser sí mismos como la culpa de responder a un nombre.
Federico Galende
Director
Departamento de Teoría de las Artes
OPINIÓN
Todas las calles
del arte
Esto último lo dijo de una manera más interesante Foucault
en una conferencia que dictó en 1969, el mismo año en que
el artista Joseph Kosuth visita nuestra Facultad para plantear
que “en la medida en que la potencia revolucionaria del arte
conceptual reside no en hacer foco en su propio desarrollo
formal, sino en incluir una forma abierta de autoconsciencia,
no era conveniente enseñarle nunca a un estudiante
qué es
el arte
”. Foucault, en cambio, se pregunta por entonces ¿qué
es un autor? Y de alguna manera, sin decirlo así directamen-
te, concluye que un autor es sencillamente un principio des-
tinado a interrumpir la libre circulación de la palabra.
Si para Kosuth la reflexión libre sobre lo que es el arte se
interrumpe cuando un profesor explica en qué consiste, para
Foucault un artista se limita a ser alguien que pone en co-
nexión una determinada cantidad de archivos, imágenes y
materiales con un espectador que hace con ellos a la vez
otras cosas. Y lo que esa puesta en conexión nombra es un
contagio impersonal en el disenso, un modo por medio del
cual esa calle agitada y anónima que es el arte se resiste al
dictado gubernamental de un único sentido para las cosas.
Fotografía: gentileza Katherinne Lincopil
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