Palabra Pública - N°11 2018 - Universidad de Chile

fue muy grande. Me produjo un impacto enorme. Yo viví la Segunda Guerra Mun- dial en Londres, esa fue la otra experiencia importante que tuve y que enseña mucho al ser humano y las relaciones con su co- munidad. Pero llegando a Chile, ver esos terribles contrastes entre una pobreza y una riqueza que yo no conocía, me hizo parti- cipar con muchas ganas en los actos cultu- rales, políticos, que había en esa época. Me sorprendía que fuera tan importante para muchos artistas participar en actos políti- cos con su cultura. Todos los años se hacían actividades donde había que hacer coreo- grafías especiales, y yo empezaba a partici- par instintivamente y con muchas ganas en todos las protestas políticas de esos años. Son años en que además estás muy vinculada con la Universidad de Chile, donde eres profesora durante más de una década. -Si, casi veinte años, desde el año que llegué hasta que tuve que irme al exilio, en 1973. Con la reforma universitaria, la uni- versidad se vuelca a la comunidad. Yo me había retirado de la universidad al princi- pio de los años ‘60, porque la encontraba un poquito sofocante y empecé a hacer cla- ses en Ñuñoa, en la comunidad. Pero des- pués Patricio llegó a ser director y fue posi- ble cambiar la política, salir en pequeños gru- pos con los profes de ballet, con orquesta, y esos pequeños grupos bailaban en lugares de la comunidad. Eso me hizo volver a la universidad el ‘69 . Es- tuve desde el final de la reforma hasta el año ‘73 gozando de la posibilidad que tuvimos de que la Universidad de Chile llegara a la comunidad. Víctor estudiaba en la Escuela de Teatro y luego en Música, ¿no? -Claro, él entró a la Escuela de Teatro, la Chile era su universidad. Yo lo conocí “Yo creo que hubo un gran cambio en mi vida, en el año ‘73: pasé de ser una mujer que no decía nada, sino que bailaba, a tener la tarea de dar testimonio de muchas cosas, de muchos horrores”. “No siento que esa verdad horrenda que pasó en Chile haya sido reconocida, admitida, castigada” como alumno en clases de movimiento. Mi primera visión de él era de un excelen- te alumno, súper dotado en movimien- to. Creo que no tanto en actuación. Pero cuando vi las primeras direcciones teatrales de Víctor, como alumno, me encantó; era muy fresco, muy de su propia experiencia, muy creativo. La justicia no es justicia 45 años después En una de las ediciones de tu libro agre- gas un prólogo donde te refieres al inicio de la transición y reclamas la deuda con la memoria y la justicia. Ese reclamo lo rei- teras hace poco en el acto del 15 de agosto último, cuando el mundo de la cultura se reunió exigiendo la salida del Ministerio de las Culturas de Mauricio Rojas. ¿Por que fuiste? -Quería afirmar que la historia es lo que uno vive, hay que dar testimonio de la verdad de uno. Y que un señor venga a decir que todo lo que está en el museo es mentira, es ficción y todo eso…Yo viví toda esa época, yo lo viví y pienso que están contando la verdad de muchas personas. Entonces hay que dar testimonio. Yo creo que hubo un gran cambio en mi vida en el año ‘73: pasé de ser una mujer que no decía nada, sino que bailaba, a tener la tarea de dar testimo- nio de muchas cosas, de muchos horrores. Y lo he hecho con muchas ganas, porque es muy importante que uno cuente la verdad que ha vivido, para que ayude al famoso “nunca más”. Esa ha sido una tarea pesada en mi vida, pero también me ha ayudado a vivir esa posibilidad de poder contar. ¿La importancia de la memoria? -Contar lo vivido ayuda para que se pro- duzca un movimiento fuerte de que nunca más esas cosas pueden pasar. Es importante que los chilenos cuenten su historia, espe- cialmente quienes han sufrido tortura, per- secución, que no la escondan, que la cuen- ten. Yo he experimentado en carne propia lo que significa esa tremenda solidaridad que se puede encontrar en gente que nunca imaginó que esto pasó y que cambia cuan- do le cuentan la verdad. Joan, tú has vivido gran parte de la tran- sición en Chile, has visto cómo se han abordado los temas de la memoria, la verdad, la justicia. Se conmemoran los 30 años del triunfo del No, de ese 5 de octubre de “la alegría ya viene”… - ¿Llegó la alegría?... No. No era lo que uno esperaba, no. Yo no siento que esa verdad horrenda que pasó en Chile haya sido reconocida, admitida, castigada. No siento que aquí llegó la justicia en Chile, a pesar de que han habido personas conde- nadas por los horrores que se cometieron; pero no hay un reconocimiento, todo como debajo de la alfombra. Tuve que es- perar 45 años para que haya una condena para las personas que cometieron horro- res en el estadio que ahora se llama Víctor Jara, ex Estadio Chile. Ellos han vivido su vida sin ninguna traba, sin ningún proble- ma; al final los condenaron algo. Aunque encontré que era una condena inteligente de parte del juez, por lo menos reconoció que había un grupo que estaba actuando P.6 P.P. / Nº11 2018

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=