Palabra Pública - N°13 2019 - Universidad de Chile

“La violencia contra las mujeres y personas LGTBQ en el mundo online es real, ya sea a través de un mensaje amenazante que llega en un muro de Facebook o a través del mensaje de WhastApp de una ex pareja; es tan real y concreta como los golpes que pudieron haber recibido previamente de parte de esa misma persona”. mas que prometían conectar y facilitar la libertad de expresión. Recordemos cómo entre 2007 y 2015 el acceso a una cuenta de redes sociales (como Twit- ter o una página de Facebook) y un blog permitían potenciar la difusión de noticias sobre movimientos sociales o conflictos políticos que, de otra manera, jamás hubieran llegado a los medios de comunica- ción. La promesa y la oportunidad de tener cuentas de usuario anónimas permitió a activistas de todo el mundo denunciar situaciones de corrupción y vio- lación a los derechos humanos. La explosión de la circulación de las noticias falsas y contenidos creados explícitamente con el propósito de desinformar, se viralizan con el obje- tivo de crear alarmas públicas, manipular o predis- poner a la opinión pública, a quien lee o ve pasar en su muro de red social un contenido que dice, por ejemplo, “que la culpa de x situación o crisis social es de...”. Esta práctica se potencia a través de cuentas falsas de redes sociales, mayormente a tra- vés del mercado de los bot , que se encargan de vira- lizar contenidos masivamente y en tiempo record, sin que haya tiempo para cuestionar y preguntarse de quién o de quiénes vino este mensaje o infor- mación, cómo partió y por qué estoy recibiendo la información que recibo en mi móvil, o por qué en la sección de “nuevo” o “noticia” de mi red social se me muestra ese contenido específico. El funcionamiento de los algoritmos de las pla- taformas, clave para definir qué tipo de contenidos se muestran y personalizan de acuerdo a los perfiles de intereses y gustos que se han dejado como una huella digital, hoy es fundamental para entender que estamos expuestos a lo que se ha llamado bur- bujas informativas , donde no sólo vamos a ver o leer lo que se ajusta a esas preferencias, sino en las que- también se excluye lo distinto o diferente a nuestras opiniones o gustos, desde la comida a la política. En este contexto se ponen en tensión derechos humanos como el acceso a la información, la liber- tad de expresión y lo que hemos comprendido y entendido sobre privacidad y control de lo que con- sideramos como nuestros datos personales. Algunas de las preguntas que se ponen hoy en el debate de foros y discusiones públicas son: ¿deben ser las pla- taformas de Internet las que se autorregulen, defi- niendo en sus políticas –que muchas veces llaman políticas de la comunidad , que fueron aceptadas por los usuarios y usuarias que firmaron al registrarse en el sistema– lo que se censura, filtra y sanciona? ¿De- bemos esperar una mayor regulación y control so- bre plataformas donde también se espera que haya libertad de expresión y acción? Este debería ser un debate ciudadano, ya que tiene que ver con lo que queremos seguir preservando como sociedad, esto es, el derecho a la comunicación. Las violencias de género en internet Uno de los lados más oscuros de internet es una realidad que venía sucediendo en silencio: la vio- lencia digital de género. Ciberacoso o acoso online , bullying , difusión sin consentimiento de imágenes íntimas, el llamado doxing (publicación de informa- ción personal) y otras amenazas contra la integridad física o emocional son realidades que en América Latina ocurren con mayor frecuencia en el caso de mujeres y personas de la comunidad LGTBQ. Un 44

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